La reina del punto guajiro

Este 19 de julio la Parranda Típica Espirituana celebrará su centenario convertida en un grupo portador y reproductor de la música campesina

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El legado de los hermanos Sobrino se mantiene en la actual generación del grupo. (Foto: De tarde en tarde/Facebook)

Es julio de 1922 y la ciudad espirituana transpira por todos sus recodos los aires del Santiago espirituano. En el barrio de Jesús María —bajo la sombra de la otrora Iglesia de Jesús y el fresco del legendario río Yayabo— se reúnen cantadores que llegan desde las zonas rurales. Entonan composiciones a voz en cuello, siempre claras por el aguardiente que corre por las gargantas.

“Esa época del año era propicia para que el campesino viniera a celebrar al pueblo. Traían una serie de agrupaciones que llamaban parranda porque venían a parrandear. Y la gente decía: ¡Qué buena está la parranda!, así el término de fiesta se pierde y lo adoptan los grupos”, confesó a Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo), en una entrevista radial, Armando Legón Toledo, investigador musical.

Se vivían los tiempos —a juicio de Saylí Alba Álvarez, otra estudiosa espirituana de la cultura popular— en que el llamado movimiento guajirismo, que tiene como máxima expresión la música campesina, convocaba mediante diversos certámenes a improvisadores y poetas, quienes, con autenticidad y criollismo, intentaban borrar la huella africana.

“Entonces se reconocía aquí a la Parranda de Chicho Ponce y se unen para competir contra ella los hermanos Sobrino Guerra, Armando, Marcelino y Pascual, junto a Joseíto Marín, Arístides Gutiérrez, José González y Calixto Ramírez. Se ganan el primer premio en punto espirituano”, contaba Legón Toledo.

Por ello, el 19 de julio de 1922 se identifica como la fecha de bautismo de la Parranda Típica Espirituana, agrupación responsable de mantener desde entonces lo más auténtico del punto nacido en esta tierra.

“Antes de eso ya ellos habían obtenido otros premios, pero menos significativos. Se presentaban bajo los nombres de Parranda Tiempos de antaño y Parranda Donde brilla lo cubano. Ya después de 1922 y hasta 1958 no dejan de ser reconocidos en el Santiago espirituano como Parranda Típica Espirituana o Parranda de los Hermanos Sobrino, indistintamente”, acota la profesora de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez.

IDENTIDAD Y PATRIMONIO

A semejanza de unos verdaderos arqueólogos musicales, esos amantes de las melodías campesinas popularizaron composiciones que desde mucho antes de julio de 1922 corrían por las calles espirituanas. El mismísimo Rafael Gómez Mayea (Teofilito) —muy ligado a la Parranda— se enamoró de ese legado.

“Desde muy pequeño oía a esos cantadores de esquina porque en mi época para encontrar a uno que tocara guitarra había que utilizar un candil. Cantaban solos o a dúo. Me decía mi padre que esas tonadas existían desde que tenía uso de razón, por allá por la Guerra del 68”, expone Alba Álvarez.

Cuartetas de pulla, querella y sin acompañamiento musical eran una práctica en esta región del país.

“Así floreció el llamado punto esquinero, que donde único se cultiva es en Sancti Spíritus”, insiste Saylí.

Muchas de esas composiciones forman parte desde entonces del repertorio de la Parranda. De ahí que a los Sobrino se les conoce como los padres del punto espirituano; el mismo que nació en la ciudad de Sancti Spíritus y no en el campo como las otras expresiones del punto cubano.

“La primera característica que tiene es el ritmo que brinda el tres —expresa Guillermo González, actual líder del grupo—. Tiene una afinación de las notas musicales Mi, Si y Fa sostenido”.

Bien lo sabe el fomentense de cuna Roberto Concepción, tresero de la agrupación e hijo adoptivo de la cuarta villa de Cuba. Aprendió de los más experimentados y dominar a la perfección las seis cuerdas del instrumento resulta su mayor aspiración.

“No es la afinación natural del sonero. Resulta muy brillante para los registros. Pueden estar dos tocando, que uno sabe enseguida cuál tres marca el punto espirituano”.  

Orlando Toledo recuerda con total nitidez el día que el propio Armando Sobrino Guerra le enseñó el secreto del punto espirituano. Días y días de ensayos y de escuchar a los más experimentados le permitieron ponerse frente al micrófono y, luego, durante 40 años, asumir la dirección de la Parranda.

“Independientemente de que su origen es de aquí, el punto espirituano tiene unos matices y una forma muy particular de interpretarse que no todas las personas pueden lograrlo. Sus variantes son el punto corrido, el punto cerrado y el punto cerrado en clave. Distintos por completo, pero punto espirituano sacado desde sus orígenes más remotos. Te aseguro que hay que nacer en Sancti Spíritus o tener un oído muy especial para poderlo interpretar”.

DEL AYER Y DEL HOY

Responsable de portar y reproducir ese patrimonio inmaterial, en los años 60 del pasado siglo XX, la Parranda Típica Espirituana recibe desde la institucionalidad espirituana otro reconocimiento.

“Comenzaron a cobrar un salario como músicos. Inician sus presentaciones en museos, escuelas y peñas campesinas ya con una función de rememorar, de estudio de lo que fue el punto espirituano. Asumen los hermanos Toledo, Orlando y Julio, la dirección y marcan un momento importante de la historia de la agrupación, a partir de la disciplina, de rescatar todo lo que les antecedía, gracias a las grabaciones”, narra la autora del texto El gallo que es fino y canta.

Distingue a esta agrupación que sus integrantes envejecen, por lo general, entre la marímbula, tres, guitarra, güiro, claves, triángulo y bongó e incluso, los jóvenes que llegaron en los años 90 se resisten a aceptar opciones de trabajo más tentadoras.

“Cuando ellos se sumaron mostraron aspiraciones de componer y no se les prohibió porque los Sobrino crearon y nosotros creamos también. Pero no abandonamos la métrica y composiciones que marcaron el inicio de la Parranda. De ahí que en una presentación se escuchan números de más de un siglo de existencia y también los nuevos”, aclara Orlando Toledo, jubilado de la agrupación.

Su hermano Julio —fallecido en octubre de 2021— le confesó en una entrevista a este órgano de prensa que por esa particularidad se había inspirado en los más complejos tiempos de la covid y en el propio doctor Durán.

“Esas creaciones hay que cantarlas porque lo vivimos, aunque nos duela por lo triste que resultan”, confesó cuando sus décimas se hicieron virales en Facebook.

El binomio tradición y modernidad que sonoriza el repertorio de la centenaria agrupación la mantiene aun como reflejo de su contexto.

“Hay que cuidarla y apoyarla mucho más. Casi nunca nos programan, lo cual nos impide que las más jóvenes generaciones nos reconozcan. De esa forma están en juego nuestras raíces. De perderse, perdemos nuestra cultura”, insiste Nicomedes García, una de sus voces.

Aferrados a que eso no suceda y que por muchos años más la Parranda Típica Espirituana prestigie los escenarios, sus integrantes no abandonan sus ensayos ni un solo miércoles en la Casa de la Trova Miguel Companioni y también seducen cuánto espacio los invite para honrar al punto nacido en el corazón de Jesús María gracias al empuje de los hermanos Sobrino y mantenido por otras muchas generaciones como los Toledo, todos enamorados de nuestra más fiel música campesina.

Guillermito, si tuviera que definir la Parranda, ¿cómo sería?

“Rápidamente, mi vida. Pero también te digo amor, amistad, fidelidad y hermandad”.

Nota: Las entrevistas de Armando Legón Toledo y Rafael Gómez Mayea (Teofilito) forman parte del patrimonio de Radio Sancti Spíritus.

Para la realización de este trabajo se consultó el libro El gallo que es fino y canta, de Saylí Alba Álvarez.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

2 comentarios

  1. Gracias Lisandra, que lindo trabajo haces.

  2. Felicidades a la Parranda por mantener la vitalidad.

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