Herida a la identidad (+fotos)

Desde hace siete años, la Sala Museo de la localidad jatiboniquense de Arroyo Blanco permanece cerrada por presentar peligro de derrumbe

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La casona es el único inmueble de valor patrimonial tipo i en el municipio de Jatibonico. (Fotos: Vicente Brito/Escambray)

“A este pueblo se le está muriendo un pedazo”, soltó como un dardo, una de las vecinas de Arroyo Blanco a los pies de la Sala museo de esa localidad, cerrada a cal y canto desde el 2016.

Lo dice con dolor porque conoce que detrás de la fachada de madera el panorama es desalentador. Una rica colección de alrededor de 200 exponentes aglomerada en la única habitación que no se moja, fardas desprendidas, el moho como huella del agua que entra por los huecos del techo, puertas y ventanas sin estabilidad… son algunos de los atractivos que ofrecen la bienvenida cuando se traspasa el umbral de la casona erigida después de 1834.

“Estamos en una de las primeras construcciones de Arroyo Blanco, el único inmueble de valor patrimonial I del municipio de Jatibonico, perteneciente a la época colonial –la presenta Neriberto Pérez, máximo responsable de la institución–. Desde hace siete años decidimos cerrarla por el evidente peligro de derrumbe”.

La Sala Museo forma parte de los elementos identitarios de quienes residen en Arroyo Blanco.

¡Y no exagera! Basta recorrer lo que se conoce como el dormitorio del párroco Benito Villadeval y Vilaseca, propietario de la vivienda, para corroborar dicha sentencia.

PASADO EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

Espigada en una pequeña elevación de la calle Independencia, a unos pocos metros de la entrada del poblado, la Sala museo es desde hace muchos años un símbolo. Junto al punto oriundo de esa tierra, la familia Sánchez Valdivia, la loma del Heliógrafo, entre otros trazos de la historia forma parte de los elementos identitarios de quienes residen allí.

“Ahí se cuida el pasado de este pueblo con mucha historia mambisa”, “Da pena que no se preocupen porque se pierdan todos los papeles y fotos antiguas que están ahí adentro”, “Hay una mesa de madera con un alto valor que no tiene reemplazo”, “En ese museo crecimos pues muchas tareas de la escuela que tuvimos que buscar ahí”… son algunas opiniones encontradas al azar en los alrededores de la construcción de piso de barro, portal corrido y arcos ojivales entre la sala y el comedor. 

Elementos que junto al resto que caracteriza a la construcción hicieron que Jesús Ramos Gómez no depusiera el interés para lograr que en 1987 se fundara lo que entonces se nombraba como Casa comunal.

“Las primeras transformaciones de la casa las hace el propio Villadeval y Vilaseca, al terminar la guerra de 1868. Por ejemplo, puso en la puerta de entrada la que tenía en la salida para que quedara de una hoja, quizá buscando mayor seguridad. Pero, por lo general ha llegado hasta nuestros días bastante fiel a sus orígenes, de ahí la importancia que tiene para nuestro patrimonio”.

Luego de convertirse en Casa comunal se intervino ligeramente, a fin de desterrar las huellas propias de una casa habitada. Posteriormente, alguna que otra pasada de mano la mantuvo hermosa hasta que un indetenible deterioro encendió las alarmas.

En el inmueble, además de la historia habitan goteras, moho, comején y vigas prácticamente en derrumbe.

En el medio de esa triste realidad, tanto Ramos Gómez como Neriberto Pérez no pierden la oportunidad de admirar lo que consideran el mayor tesoro del inmueble: sus cenefas.

“Son las únicas de la provincia conservadas en paredes de madera. Otro elemento significativo y que siempre ha llamado la atención a nuestros visitantes es el ancho de las tablas labradas a mano. En Cuba, algo así poco ya se encuentra”, asegura Neriberto, quien puede caminar con los ojos vendados por todo el lugar sin tropezar.

Mientras que los exponentes de la colección, en su mayoría pertenecientes al párroco que ofició por más de 50 años en Arroyo Blanco son diversos: papelería, muebles, objetos decorativos…

“En el patio teníamos la biblioteca de la comunidad. Ese local también se cerró y pudimos reubicar la sala, pero por su tamaño pequeño solo se pueden hacer préstamos externos. Eso atenta contra la calidad de los servicios”, acota.

CONTRARRELOJ

La deplorable situación de la Sala Museo de Arroyo Blanco se ha puesto sobre las mesas de varios análisis. La decisión de intervenir con el accionar que exige su estado constructivo ha pasado de un año a otro, sin encontrar una respuesta concreta.

“Cuando hace un tiempo gastaron miles de pesos en cambiar los bancos del parque pensamos ahora sí lo arreglan, pero parece que se tiene que caer completo”, confiesa a este periódico una de las vecinas de Arroyo Blanco que prefirió el anonimato.

Ricardo Guardarramo Román, director del Museo Municipal de Jatibonico ha seguido minuto a minuto el estado –casi de muerte– de la institución que se le subordina. Por su experiencia, conoce que en estos momentos requiere de una significativa inversión.

“Trabajamos en el expediente para que se apruebe el presupuesto a nivel gubernamental porque la Dirección Municipal de Cultura pretende asumir algunas labores para detener el deterioro. Pero, con ese accionar no se resuelve el daño tan grande que tiene. La Biblioteca Municipal está absorbiendo todo el presupuesto de reparación y mantenimiento del sector.

“Por supuesto que hablamos de una casa antigua de madera por lo que será muy difícil adquirir todos los materiales que precisa. Eso nos obligará a buscar soluciones con los que tenemos, pero sin dañar lo patrimonial. De ahí la importancia del asesoramiento especializado. Y claro que con algunos elementos no existe el menor de los negocios como por ejemplo con las cenefas. Esas hay que protegerlas siempre.

“De inmediato, tenemos que acometer las tareas para que no se nos caiga. Para eso contamos con la ayuda de la comunidad”.

Directivos de Cultura en Jatibonico reconocen que en estos momentos la Sala Museo requiere de una significativa inversión.

EN EL BANQUILLO DE ESPERA

Han pasado siete años desde que las puertas y ventanas de la Sala Museo de Arroyo Blanco se cerraron. Su interior simula una de esas casas embrujadas al mejor estilo hollywoodense, donde además de la historia habitan goteras, moho, comején y vigas prácticamente en derrumbe… De un lado le siguen de cerca quienes les duele como tanta identidad se va a bolina y en el otro, quienes han preferido intervenir en otras construcciones, mientras en esa casona andan las afectaciones a galope apresurado.

No es la única edificación patrimonial de la provincia en ese grave estado y, cada día, la situación económica a nivel de país se recrudece. Mas, dejar morir el legado cultural que recibimos del pasado, que hoy vivimos y que deberá ser referente en el futuro no puede ser opción. Es prioridad su salvaguardia y para ello resulta esencial el ingenio de todos los factores responsables, a fin de encontrar las alternativas menos costosas y los materiales accesibles. De derrumbarse significará otro daño irreversible a nuestra nación.  

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

3 comentarios

  1. Lamentable la situación del Museo, como también lo es el deterioro acumulado en el patrimonio edificado de nuestro centro histórico de Sancti Spíritus. Aún no estamos en el punto de no retorno, pero si muy próximo a él. Independientemente del bloqueo, carencias, crisis, etc, no se ha trabajado de manera integradora, ni con estrategias claras, han primado otros intereses y pésimas planificaciones del presupuesto local. Edificios emblemáticos, incluso casi recién rehabilitados, han tenido que cerrar sus puertas alrededor del parque. En buen cubano, o mejor, en buen espirituano, hemos dilapidado el dinero y los recursos provocando ese caos que hoy no acabamos de resolver. Ojalá el Museo sea rehabilitado, eso significa que se le devuelva su capacidad de uso y que alguna zona de nuestro centro histórico aspire a ser monumento Nacional.

  2. Como es posible gastar 200 millones en reparaciones de un hotel (sin terminar aún), que en estos momentos no hay afluencia d turistas a nuestra región q garanticen recuperación d la inversión y no invertir 2 millones en la reparación d este inmueble, icono del patrimonio e historia local.
    Como gastar 800 mil pesos en un mural sin garantizar su estabilidad y al final perderlo completo por negligencias técnicas.
    Como no destinar parte de los aportes d otros organismos de la provincia a una institución patrimonial.
    No hay estrategia regional regional d conservación.

  3. Abelardo Mena

    Si el PCC y el gobierno no toman cartas decisivas…como cumpliran con su rol de proteger la cultura local??? Sensibilidad y sentido del momento historico!!!!

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