Unidos somos más fuertes

Sobre la base de un concepto presente a lo largo de la historia de Cuba, los nuevos procesos de debate que acompañarán la implementación de las Proyecciones del Gobierno a fin de corregir distorsiones e impulsar la economía resultarán espacios para reflexionar, evaluar y proponer soluciones desde la construcción colectiva de consensos

Ilustración: Osval

La unidad constituye un principio sagrado y profundamente ligado a la propia naturaleza humana, y se expresa cuando nos sentimos parte de algo: la familia, el grupo, el lugar donde se nace, la patria… Trasciende como una fuerza inquebrantable capaz de soportar todas las tempestades.

Nuestra historia deja lecciones muy claras de la utilidad del esfuerzo colectivo y el consenso —que no excluye la existencia de criterios diversos— para modelar un proyecto de nación que abrigue a todos; a pesar de las diferencias, insisto.

Resultó la unidad, o la falta de ella, factor clave en el éxito o fracaso de los procesos revolucionarios que expresaron los anhelos más profundos del pueblo cubano. No se necesita ahondar demasiado en la memoria histórica de la nación para encontrar referentes de cómo el caudillismo o los regionalismos frustraron las aspiraciones de los patriotas durante la Guerra de los Diez Años, por citar un ejemplo.

Con su visión profunda y de alcance mayor, José Martí alertó sobre las causas del fracaso de esa gesta —vivida en plena juventud y entremezclada con la experiencia del destierro y el conocimiento de la emigración revolucionaria dividida en numerosos sectores—; y no desmayó en su lucha a favor de la unidad nacional.

Nadie hizo más que el Apóstol por construir consensos y sentar los cimientos de una República unitaria, plural, inclusiva, democrática y próspera. Hoy, como nunca antes, la perdurabilidad y fortaleza de la nación tendrán que sustentarse en este principio forjado a lo largo de varios siglos y con una alta cuota de sacrificio.

El mayor desafío, en los momentos actuales, estriba precisamente en la capacidad de aplicarla en cada momento difícil, en la necesidad de apartar el egoísmo y la apatía para sumar todas las fuerzas interesadas en el progreso de Cuba y la defensa de su soberanía nacional.

“Unir es crear”, escribió el Héroe Nacional y en la obra de la Revolución esta premisa ha sido fundamental en el propósito de mantener el proyecto socialista como única vía de preservar la soberanía nacional y rectificar errores cuando las circunstancias lo exigen.

El General de Ejército Raúl Castro Ruz la definió como la “más importante arma estratégica” frente a la creciente hostilidad de Estados Unidos. El discurso pronunciado en Santiago de Cuba por el líder revolucionario el primer día de enero insiste en un principio que ha salvado a la nación en su devenir histórico; y esta vez no será diferente.

“La unidad no excluye las discrepancias honestas, sino que presupone la discusión de ideas diferentes, pero con los mismos propósitos finales de justicia social y de soberanía nacional, lo que nos permitirá siempre llegar a las mejores decisiones”, expresó Raúl Castro.

Si miramos los dedos de nuestra mano, cada uno es diferente; pero permanecen siempre juntos. De igual modo somos una sociedad heterogénea y debemos aceptarnos y respetarnos en esa diversidad que suma y no excluye.

Vale mencionar que el proceso revolucionario cubano atesora episodios importantes de participación popular, los cuales han sido decisivos en materia política e ideológica; así sucederá durante los debates de cara a la implementación de las Proyecciones del Gobierno para corregir distorsiones y enfrentar los problemas de la economía, cuyo hilo conductor serán precisamente los planteamientos del General de Ejército en torno a la unidad, la ejemplaridad en las filas revolucionarias y el desempeño de los cuadros.

Sin dudas los procesos que se avecinan propiciarán espacios de análisis y construcción de consensos, al abarcar todas las estructuras administrativas, y también los colectivos de trabajadores, de estudiantes, y la población en las comunidades. Por tanto, toda la sociedad cubana participará en esos debates y algunas ideas podrán convertirse en acciones.

Hoy —tal vez como nunca— es preciso ajustar los lentes de largo alcance para promover el análisis colectivo y que los argumentos o las propuestas sean razón de cohesión y de articulación, despojándonos de cualquier sentimiento de odio y de conflictos irreconciliables que debilitan los cimientos de la unidad como premisa para edificar el futuro de Cuba.

Las enseñanzas martianas rebasan los siglos. Y a la luz de la prédica del más genuino defensor de este principio, ensanchemos la convivencia del país, agrandemos el alma de la nación para que cada cubano encuentre la oportunidad de salvar y perfeccionar nuestro proyecto soberano y de justicia social.

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

2 comentarios

  1. Mientras haya un solo partido,si, habrá unidad, pero no existirá la emulación socialista.
    ¿Porqué no el Partido de los Trabajadores o el Partido Revolucionario Cubano, mientras haya un solo partido, estarán muy seguros y cómodos en sus puestos, pero si hubiera emulación socialista, esos cómodos cuadros tendrían que trabajar duro para seguir en sus puestos, si no el pueblo no los eligiría y tendrían que estar a la altura que el pueblo necesita.

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