Transcurría 1996, en medio de un período especial extremadamente difícil. La provincia de Sancti Spíritus, tras dejar atrás los peores años, continuaba enfrascada en una batalla por la supervivencia y desplegaba una estrategia económica y social que involucraba a todos, bajo la certera dirección del Partido en el territorio.
Luego de alcanzar resultados sobresalientes en la emulación por el 26 de Julio y colocarse en una posición destacada, era perceptible la insatisfacción popular con el hecho de que la provincia no resultara sede del acto nacional por dicha conmemoración (el mismo tuvo por escenario a Holguín) y, si bien el trabajo continuaba, cierta decepción flotaba en el ambiente.
Entonces sucedió que, al celebrarse aquí el acto nacional por el aniversario 36 de la constitución de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), en atención al trabajo de vanguardia desarrollado por la organización en estos predios, todos fuimos sorprendidos por la presencia en la plaza Mayor General Serafín Sánchez Valdivia del mismísimo Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien en una especie de conspiración quiso estar presente en la cita.
“Deseaba expresar mis sentimientos de cariño y de admiración a esta provincia, y sé que ustedes toman así la visita”, dijo, entre aplausos, al comienzo de un largo y memorable discurso.
“Sancti Spíritus no tuvo el 26, pero ha tenido el 28. Si casi casi es sede del 26 por su excelente trabajo en este período y ahora sede del acto nacional de los CDR, ¿cómo no hacer un esfuerzo?, ¿cómo no comprender el deseo de los compañeros mencionados (Pedro Sáez Montejo y Juan Contino Aslán, entonces primer secretario del Partido en la provincia y coordinador nacional de los CDR, respectivamente) de la presencia nuestra en este acto? Realmente, creo que ustedes se merecen cualquier reconocimiento; y la provincia lo merece, los CDR lo merecen, de modo que este acto es un reconocimiento a dos partes: a los CDR y a Sancti Spíritus”.
El Comandante elogió el modo en que se había trabajado y los resultados que se iban obteniendo en numerosos frentes del quehacer socioeconómico, que incluían la caña de azúcar, el tabaco, la producción de viandas y vegetales, el incremento en los volúmenes de arroz, la construcción de organopónicos con el aporte cederista, las donaciones de sangre y la vigilancia revolucionaria.
“La provincia se convirtió —dijo— en un foco de inspiración para otras provincias y en un centro de experiencia que otras tratan de utilizar; la provincia puede decirse que ha estado en una posición de vanguardia en estos tiempos tan extraordinariamente difíciles, y está demostrando lo que se puede hacer en pleno período especial y ha levantado el entusiasmo de las masas”.
También se refirió al ejemplo de Cuba en la arena internacional, al definir: “(…) es como una estrella levantada en el firmamento, una estrella brillante e inapagable que sirve de inspiración y sirve de ejemplo. Cuando luchamos aquí y resistimos aquí, estamos luchando y resistiendo no solo por nosotros, estamos luchando y resistiendo por todos los pueblos del mundo”.
Aquellas palabras del líder histórico de la Revolución sirven de estandarte incluso hoy, cuando dificultades y obstáculos parecidos se colocan en el camino hacia el desarrollo, sin lograr detener el empeño de los cubanos por sacar adelante el país.
“Llevamos nuestras dificultades y nuestras escaseces con dignidad, con la dignidad de aquellos que no se rinden, con la dignidad de aquellos que no se pondrán jamás de rodilla”, proclamó Fidel en medio de nuevos aplausos, y recalcó que cuando se logra alcanzar ese sueño de libertad, de independencia, de justicia y de dignidad no se puede retroceder jamás. “Y lo digo con toda ecuanimidad y serenidad, ¡será mil veces preferible la muerte!”, remarcó.
A 29 años de aquel encuentro de Fidel con el pueblo espirituano, en una especie de compensación por la condición anhelada y no lograda tras colosales esfuerzos, que demostraban la unidad y la efervescencia revolucionaria en pos de empeños colectivos, sus palabras todas sirven de brújula para no perder el camino:
“Nosotros podemos decir que Sancti Spíritus ha continuado la marcha de Serafín Sánchez; que el pueblo de Cuba ha continuado la marcha de Serafín, de Maceo, de Martí, de Agramonte y de todos aquellos hombres grandes e ilustres que con orgullo constantemente recordamos, como recordamos también y seguiremos la marcha de aquellos que a lo largo de este siglo lucharon, se sacrificaron, y muchos de los cuales dieron su vida en el cumplimiento del deber de defender la patria y la Revolución”.

Aquella tarde en que la lluvia amenazó con caer, pero no llegó a derramarse, el hombre visionario a quien los CDR le otorgaron el Premio del Barrio, que recibió allí de manos del Héroe del Trabajo Abundio Sánchez Varona, aprovechó también para alertar contra cualquier tendencia “a imaginarnos que las dificultades o las escaseces cesaron, o que los recursos que tenemos sean siquiera parecidos a los que teníamos hace seis años, y cómo cada acontecimiento que pueda ocurrir internacionalmente nos afecta”. Amplió acerca de las pretensiones imperialistas en su política de injerencia externa y particularmente en relación con Cuba.
Al día siguiente tendría aún sorpresas para esta porción de la isla. Luego de sostener un encuentro con directivos de la Empresa de Cultivos Varios Banao, para conocer la estrategia encaminada a recuperar sus índices históricos de producción, Fidel intercambió criterios con la prensa que cubría su recorrido, de manera totalmente informal.
Al interesarse por el mecanismo de trabajo que obligaba al colega Rafael Daniel a viajar a Villa Clara para poder editar y transmitir las imágenes, propuso crear aquí un estudio de televisión y encomendó a Sáez hacer un análisis sobre el costo inicial de lo que más adelante se convertiría en Centrovisión Yayabo.
Luego de viajar hacia Yaguajay, donde no descendió del vehículo, pero apreció los campos cultivados de Batey Colorado, el Comandante salió de suelo espirituano y se adentró en tierras villaclareñas.
Así, en una jornada en la que esta reportera, que lo tuvo muy cerca, quiso abrazarlo, pero quedó presa de su magnetismo, Fidel cerró con broche de oro una visita en la que consiguió levantar el ánimo de un territorio donde cada huella suya, hasta los días de hoy, permanece intacta.

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