Cuenta la leyenda que bajo el sol caribeño hay un archipiélago donde llegó hace mucho tiempo un imponente mecha. Dicen que antes habían otros, pero ninguno tan famoso por estas tierras como el de las cinco partes y que en los años 80 cautivó para siempre la imaginación de todos los infantes de la época, incluyendo al autor de estas líneas.
Ha pasado el tiempo, pero Voltus V sigue siendo el más adorado de los mechas, sin importar la existencia de otros como Mazinger Z, Gundam o Voltron. Entonces me encontré con una grata sorpresa, y es que durante la jornada de la cultura japonesa en Cuba, en la Vitrina de Valonia en la Habana Vieja, se exhibe una gigantesca réplica de cartón de Voltus V.
Con la alegría de aquel niño que aún existe dentro de mí, me acerqué a la escultura a contemplarla, como quien admira a un gran dios mientras los recuerdos de décadas atrás resurgían tan vívidos como si ocurrieran hoy. ¿También seré un Otaku?

La cultura japonesa siempre ha causado fascinación en los jóvenes, pero creo que en la actualidad ha cobrado relevante importancia. Es común que un grupo de estos muchachos se disfrace de su personaje favorito tanto del ánime como del manga. Los cosplayers de esta parte del mundo se esfuerzan mucho para recrear la indumentaria y vestuario de sus héroes o heroínas. La mayoría acude a manualidades y artesanos con el propósito de replicar los disfraces lo más realista posible.
Así se descubren las creaciones de Hayao Miyazaki (Mi vecino Totoro), Masashi Kishimoto (Naruto), Akira Toriyama (Dragon Ball), Koyoharu Gotouge (Kimetsu no yaiba) y muchos más incluyendo leyendas tradicionales japonesas. Luego está, por supuesto, la imitación de los movimientos que distingue al protagonista debido a que tocará mostrar en una pasarela las habilidades a modo de competencia.

En esta ocasión, durante el cierre de las festividades culturales del Japón, la Plaza Vieja fue el escenario para estos muchachos que compitieron entre sí por los premios de popularidad y mejor disfraz. Sin embargo, es tan importante el esfuerzo en la construcción del personaje, que también se decidió otorgar este tipo de premio. Las actividades estuvieron presididas por el Excelentísimo Señor Nakamura Kazuhito, Embajador del Japón en Cuba y quien personalmente entregó los galardones a los premiados.
Así van estos otakus, entre la realidad de la isla y la fantasía de las pantallas donde construyen su propio “isekai” (mundo alternativo). Ellos no visten tanto con trajes importados, sino más bien con lo que sale de sus manos a golpe de creatividad pura: un kimono cosido con retazos, una peluca hecha de hilos teñidos, un sombrero de papel, una espada hecha de madera. Cada creación es un acto de amor y resistencia, un tributo que trasciende la mera imitación para convertirse en una reinterpretación caribeña, donde la esencia del personaje se funde con la chispa y el ingenio cubano.
Escambray Periódico de Sancti Spíritus

















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