Creado en la lejana China como un arte marcial, el Tai chi no llegó a la ciudad de Trinidad por puro azar. Mucha es la energía que los conecta y no solo por ser ambos Patrimonio de la Humanidad.
La práctica de esta disciplina física y mental se ha vuelto común en esta urbe gracias a la dedicación del profesor Luis Antonio Díaz Yanes, quien desde hace más de quince años pone en práctica sus saberes para sanar enfermedades del cuerpo y de la mente. Además de licenciado en Cultura Física, en su hoja de vida sobresale por ser instructor de Tai Chi, Wushu y Qi Gong, diplomado en Medicina Tradicional China e instructor de Reiki.
Y fue precisamente el maestro Luis el invitado al espacio Pensar Trinidad, una idea de la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Valle de los Ingenios que suma a quienes desde los más diversos ámbitos apuestan por el crecimiento espiritual como motor para el progreso de esta urbe en el centro de Cuba.

De la energía que fluyó en el encuentro todos fueron conscientes; desde los profesionales de la salud que abordaron cuestiones en torno al conocimiento y uso de la Medicina Natural, todavía insuficientes, hasta pacientes que compartieron sus testimonios y dieron fe de sus cambios positivos tras los ejercicios y los tratamientos del experimentado profesor.
“Más que un deporte, el Tai chi deviene una filosofía de vida, que aspira al mejoramiento del ser humano. La vertiente terapéutica, como toda la medicina oriental, hace mucho énfasis en la prevención de enfermedades, simplemente con el control de la respiración, que es uno de los aspectos esenciales, se alcanzan grandes resultados”, expuso Díaz Yanes al auditorio
En esa dirección se trazaron pautas para el trabajo conjunto con esta disciplina y otras áreas de salud enfocadas en el bienestar de las personas a partir de tratamientos alternativos a enfermedades y traumas como parálisis, estrés, epilepsia, dolor cervical, insomnio, afecciones cardíacas y respiratorias, ictus, entre otros padecimientos.
En el año 2020 el Tai Chi fue declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; tal vez por ello su práctica se va haciendo habitual en la ciudad de Trinidad, que coincidentemente ha adoptado a Luis como uno de sus hijos.
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