El pecho se apretaba a la misma velocidad que veían entrar el agua a su casa por el viejo techo. Llegaron a maldecir cada aguacero. Incluso, la familia toda se encomendó a las deidades conocidas ante cada temporal. Temían que con la más débil de las aguas se les viniera encima la mole de madera tan longeva como la propia vivienda. Más de un análisis les confirmó que los precios estratosféricos no cuadraban con la apretada economía del hogar. Pero algo debían hacer para evitar un mal peor.
“Fuimos a Patrimonio y comenzamos las gestiones para que se nos ayudara a mejorar la casa —cuenta ahora entre materiales de construcción y escombros Marta Cuba Mendoza, residente en Céspedes No. 167 Sur, en la ciudad del Yayabo, tal y como enfatiza la señalética colocada en la fachada de la edificación—. Esto ha sido fuerte, pero se trabaja, que es lo más importante. Nos hemo tenido que acomodar en otros espacios de la casa para que ellos hagan lo suyo. Hasta ahora consideramos que las labores son buenas. Se ven en el lateral de nuestra casa. Esperemos al resultado final”.
Desde hace varios días, la tranquilidad del hogar se ha puesto de cabeza. Sacos de cemento, tejas en el piso, ruidos… forman parte de la cotidianidad. Sus protagonistas, integrantes de la mipyme Construcciones Confort. Ejecutan el proceso inversionista de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Sancti Spíritus, que busca devolverle, poco a poco, la vitalidad a la zona especial de conservación de la villa.
“Se nos comunicó que intervendríamos el lugar y que debíamos hacerlo con cuidado por la longevidad del inmueble —refiere José Luis Rodríguez Hernández, jefe de brigada—. Además, debemos recuperar y conservar la mayor cantidad de elementos propios posible. Nos hemos concentrado en el cambio de cubierta. Sustituimos la madera en mal estado. Colocaremos las mantas, entejaremos y restauraremos toda la carpintería”.

Todas esas labores exigen, además de saberes especializados para no ultrajar los valores patrimoniales de la casona de donde nace la céntrica calle Céspedes Sur, el uso de materiales resistentes para que la historia de deterioro no se repita con prontitud.
“La demanda de los materiales es bastante grande. Y, como sabemos en estos tiempos, acceder a los que se exigen en ese tipo de obra no resulta fácil. No podemos inventar y, mucho menos, improvisar. Sustituimos donde realmente sea necesario porque la máxima es recuperar. Nuestra mipyme tiene experiencias en laborar en edificaciones antiguas. Justo al frente de la vivienda intervenimos una y en el bulevar también, pero realmente ninguna ha sido tan profunda como la de ahora”.
GRITOS EN LA PARED
Conscientes que cada cincelado toca un fragmento de la historia más antigua de Sancti Spíritus, el colectivo de albañiles está atento a todo lo que oculta el frágil repello. Fue así desde el primer trazo develado.
“Se nos avisó y, desde entonces se sumaron varios especialistas del Gabinete de Arqueología Manuel Romero Falcó, perteneciente a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Sancti Spíritus —refiere Orlando Álvarez de la Paz, al frente del equipo—. Hemos encontrado murales en la fachada, pintada de azul, muy interesantes. Nos regresa a una particularidad de las viviendas de la época colonial”.
De acuerdo con María Antonieta Jiménez Margolles, Ñeñeca, Historiadora de la Ciudad, la edificación emergió de sus cimientos en la primera mitad del siglo XIX, siempre como vivienda. Según reza la tradición, no corroborada documentalmente, residieron primeramente personas con fuerte arraigo religioso hasta que pasó a la familia Brunet Gómez.
“Sus muchas transformaciones nos muestran características únicas y que no se encuentran en otra vivienda, como el tamaño de la pared pasada la sala y el patio muy pequeño”, reconoce la investigadora.
Igualmente, ha sido mirado con lupa y se ha robado todas las miradas los fragmentos —casi imperceptibles al ojo humano por el grado de deterioro— de una pintura mural en el alero.
“Que existan en esa zona de las construcciones es único de la villa espirituana. Ya es un valor añadido a la trascendencia de lo encontrado.

En el caso de la fachada, nos ha llamado la atención que se compone el mural de figuras como cuadros, rectángulos, rombos y círculos superpuestos unos sobre otros. Al interior de esos últimos aparecen motivos florales. Nos llama la atención el grado de complejidad de esa plantilla utilizada. Pero aún nos queda mucho por hallar en el interior del resto de los elementos”, precisa.
Otra de las lecturas de la historia de la ciudad confirma que el inmueble fue intervenido en más de una ocasión, a fin de parecerse a los diferentes contextos en los que ha coexistido con el resto de las casas vecinas.
“Cada labor de decape nos permite dialogar con la vivienda. Por ejemplo, conocimos que el techo estuvo un poco más abajo que en la actualidad. También podemos asegurar que la puerta se corrió de su lugar original y, asimismo, se hizo un movimiento a las ventanas. No obstante, se respetan las bandas de colores semejantes a los que predominaban en las fachadas de la ciudad. Todo eso nos lo ha enseñado la propia pintura mural. Y nos permite contextualizar cada etapa”.
Todavía queda mucho por descubrir y la casona de Céspedes No.167 seguirá de cabeza hasta que, poco a poco, se le devuelva su confort y elegancia. Mientras tanto, sus paredes se convierten en verdaderas puertas abiertas a un mundo que, aunque con aristas conocidas, permite buscar otras muchas respuestas.
“Las labores impulsadas por nuestra Oficina tienen que marcar la diferencia con el resto de los procesos realizados por personas naturales o jurídicas. Trabajamos en el expediente que pretende que se declare la villa como Patrimonio de la Humanidad. Por tanto, tenemos que ser capaces de lograr armonía entre las huellas más antiguas y la modernidad. Fue ese el camino legado por Eusebio Leal.
“Decidiremos cómo quedaría, pero lo más común es dejar un cuadrante de las pinturas murales y reproducir en la fachada lo hallado, tal y como se hizo en su última intervención. De esa forma, estaremos dándole el real sentido al proceso restaurador, el cual tiene entre sus acciones más importantes mejorar las condiciones de vida y habitabilidad de las personas que viven en las zonas donde se intervienen”, concluye Álvarez de la Paz.

Escambray Periódico de Sancti Spíritus














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