Venegas, ese pueblo campestre y pintoresco, ubicado en la zona centro sur del municipio de Yaguajay, goza de una ubicación de privilegio recostado al borde mismo de la línea de ferrocarril que enlaza a Santa Clara con Nuevitas, y a un costado de la amplísima carretera que une a Jarahueca con los límites de Ciego de Ávila.
Según cuentan los anales de la historia local, el poblado se fundó aproximadamente en 1928, precisamente con la llegada del ferrocarril de la línea norte y debe su nombre al primer campesino que construyó un hogar al lado de la estación de trenes: Rafael Venegas.
El 31 de octubre de 1958, casi en el epílogo de la guerra revolucionaria, las fuerzas rebeldes comandadas por Camilo Cienfuegos liberaron esta comunidad en un importante combate.
Durante décadas, como en toda Cuba, el progreso socioeconómico floreció en aquella comarca. Hoy, lamentablemente, la crisis económica también se hace sentir aquí, donde, por ejemplo, la estación ferroviaria y los rieles ya hace unos cuantos años no reciben la bendición del ruidoso paso del tren y ni siquiera del coche-motor que enlazaba a unas cuantas comunidades cercanas.
Por su parte, la importante calzada, a pesar de su contribución al desarrollo de la región, ha padecido la escasez de asfalto para su reparación y hoy aparece casi intransitable, entre las más deterioradas de la provincia.
Pero los vecinos del Consejo Popular de Venegas no se dan por vencidos, ni se amilanan fácilmente ante las dificultades y en el mapa del municipio esta zona aparece entre las más reanimadas.
Con más de 70 kilómetros cuadrados de extensión y atravesado por el río Jatibonico del Norte, cuenta con ocho asentamientos poblacionales y más de 4 160 habitantes.
Su vida económica se mueve al son del ganado y las vaquerías de la empresa pecuaria, que también se ha convertido en una especie de hombro salvador para aquellos lares, no solo como principal fuente de empleo, sino también por la labor renovadora que mantiene en sus unidades, con notable repercusión para toda la zona y sus pobladores.
En ese sentido llaman la atención la modernización de la pesa ganadera, del matadero y la minindustria procesadora, la clínica y farmacia veterinarias, la casilla y el Centro de Reproducción de Medios Biológicos, que ahora también cuenta con otros servicios para los habitantes de la zona.
Venegas, además, se sostiene de producciones agrícolas, cuenta con la famosa fábrica de queso Mérida, un valioso taller de confecciones, la unidad porcina en la Dalia y algunas cooperativas, entre ellas la Ñico López, aplaudida por su buen desempeño.
Entre sus instituciones sociales y de prestación de servicios sobresalen el policlínico y los siete consultorios del médico de la familia, así como varios centros de enseñanza, farmacias y círculos sociales, entre otras.

Aparecen entre sus tradiciones mejor conservadas las competencias de rodeo y los juegos de béisbol, las parrandas campesinas, los velorios, el dominó y las peleas de gallos.
Un lugar especial en el orgullo de la gente de Venegas ocupa la confortable y moderna Casa de Cultura, además de la bien ganada fama de ser unas de las zonas más limpias de la región, a pesar de que hoy les faltan trabajadores y medios de transporte para la recogida de basura.
Porque la vida en este Consejo Popular tampoco se escribe con tinta color rosa. Como en toda Cuba, aquí también padecen altos precios, pobre oferta en las bodegas y largos apagones, a veces incluso más prolongados por las continuas averías en sus viejas redes eléctricas.
Entre las inquietudes más recurrentes de la población, además, aparecen las dificultades con la bancarización y el déficit de efectivo, problemas con el abasto de agua en las comunidades Pueblo Nuevo y La Dalia y el insuficiente transporte público.
Pero aquí el trabajo comunitario, con el aporte de la mayoría no falta para mejorar la vida colectiva. Cada día, los vecinos se suben la manga al codo y salen a derrochar laboriosidad.
Liderazgo y ejemplo no les han faltado. Desde los ya fallecidos líderes comunitarios Perico Fernández y Cheo Olivera, hasta Israel Pérez, el famoso Catanga, quien con su empuje y carisma ubicó a Venegas en un lugar especial y reconocido de Cuba.
Mary Luz escribes muy bonito lo reconozco, pero el que llegue a Venegas si logra llegar sale de aquí llorando si logra llorar, Es la pura realidad, Un abrazo