La mejor lección de Micaela

La educadora ejemplar, que por más de 25 años presidió la Comisión de Cuadros del Comité Provincial del Partido, partió físicamente, pero nos dejó más de una enseñanza

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Micaela Arrechea, junto a su esposo y nieta mayor, el 19 de septiembre pasado. (Foto: Tomada de Facebook)
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Micaela Arrechea, junto a su esposo y una de sus tres nietas, el 19 de septiembre pasado. (Foto: Tomada de Facebook)

Cuentan que su pasión era enseñar y que cuando dejó el magisterio propiamente asumió, por encargo, otro del que hizo un verdadero arte. Que era una de esas raras mezclas de exigencia y cariño, que el darse fue su fuerte, que llevaba en sus genes una psicología por medio de la cual llegaba a todos y que en eso de escuchar confesiones o problemas ajenos probablemente nadie le ganaba.

Que sus labios jamás lucieron un color estridente, como no lo fue nunca el modo en que proyectó su voz para altercar o sugerir, por fuerte que fuera el cariz del mensaje. Tan hondo calaba que solía, dicen, tocar la vergüenza sin convertir al interlocutor en enemigo. Por el contrario, cada vez se le estimaba y respetaba más, coinciden en opinar quienes más cerca estuvieron de ella.

Que fue el pilar de su familia y condujo a los hijos por el mejor camino. Que su reputación viajó muy lejos de los lugares donde trabajó. Con un olfato excepcional para cuestiones de dirección, el destino pareció marcarla por ese don, para que lo explotara durante toda su existencia. Fue por eso, seguro, que cuando ocupó esa jefatura en la Dirección de Educación del municipio cabecera no la abandonó más.

Cuentan que el Comité Municipal del Partido la tuvo de integrante en su membresía, y que allí presidió su Comisión de Cuadros. Que cuando, en 1993, el país atravesaba su mayor crisis de la época revolucionaria ella aceptó la misma responsabilidad, pero en el Comité Provincial de la organización política.

Que jamás mermó en ella la exigencia dentro de esa estructura y que la única cita de la cual se ausentó —sin contar su misión de colaboración educativa en México— tuvo lugar cuando una enfermedad mortal, que la aquejó por solo días, le impidió levantarse de su cama dentro del hospital, adonde fue directo del trabajo, pero aun así intentó el aviso.

Solían decirle Mica, en señal de cariño. Salida de Caracusey, donde nació el 21 de noviembre de 1952 y, con liderazgo innato, abrazó la Licenciatura en Español y Literatura y años después, una Maestría en Ciencias de la Educación. No engavetó sus títulos: se reflejaban en su actuar cotidiano.

 Incansable, amante del estudio y la lectura, así como de la investigación, cuentan que consiguió gran cantidad de lauros en eventos científicos, y que le fueron conferidos los más altos premios de la Pedagogía en Cuba: Distinción por la Educación Cubana, Medalla José Tey, Orden Frank País de II y I grados, Medalla Rafael María de Mendive. La CTC la distinguió y la Educación en el municipio la declaró Símbolo Humano.

Se extrañará a la mujer incansable, amiga de charlar en grupo, otrora delegada del Poder Popular, miliciana y activista de su Zona de Defensa en la barriada de Colón, cederista y federada de esas que no contaban como una más. Se le echará de menos en su constante inconformidad consigo misma, en su persistencia para que las cosas salieran bien, por difícil que pareciera lograrlas. Cuentan que no había para ella tiempo malo.

Se extrañará también a una de las personas que más justicia procuró en sus decisiones, aunque solía colegiarlas al detalle. Se le recordará sonriente, cordial y suave en su integridad. Al momento de abandonar el mundo material hace tan solo días, Micaela Arrechea González dejó una huella difícil de borrar; por eso, cuando parece que su ausencia mellará más de lo que ella les habría permitido, quienes más le quisieron la imaginan de acero y miel, como ella fue, y siguen adelante.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

11 comentarios

  1. Martha Lorenzo Perez

    Extraordinaria crónica tal cual era nuestra Mica, abría mucho que decir pero sus palabras lo resumen todo, la extrañaremos todos los que la quisimos, por siempre MICA EPD

  2. Excelente cronica dispuesta para una excelente mujer que supo desde sus modestas responsabilidades ganarse el respeto y la estima de muchas personas que como yo por razones de trabajo tuve que contar con ella. Los dirigentes de Sancti Spiritus siempre la respetaron por el poder de su autoridad y moral gestionada dia a dia en el cumplimiento del deber. Me ha sorprendido la noticia mis condolencias para Elpidio y su familia

  3. Micaela fue amiga,exigente,buena madre, buena abuela y buena esposa , la recordaré siempre, cuando conversabamos me hablaba de sus nietas, siempre con las maldades que le hacían a Cañizarez, te recordaremos siempre.

  4. Isabel Toriz Avendaño

    Su crónica relata exactamente la mujer que fue mami: extraordinaria. No soy su hija de sangre, pero me cuidó, me guió, me perdonó y me enseñó, como si lo fuera. Siempre al pendiente de Ladita y de Emilito, como solía decirles, su hijo Yunior y yo «su hija blanquita», más que mi exsuegra fue mi madre cubana. Por supuesto con papi siempre a su lado, luchando juntos hasta el final. Jamás una queja, un reclamo, siempre un mensaje de «hija cómo están? Cómo está la Muñeca de Nana( su nieta más pequeña María Fernanda)? Fuerte como un roble…nos dejó desconcertados con su partida tan repentina. Nuestro motor impulsor, eso era mami. La recordaremos con amor. Gracias por su bella crónica. EPD

  5. Tuve el privilegio de trabajar cerca de ella en la Dirección Municipal a finales de los 70. Fue una persona excepcional. No añado nada más porque el escrito de la periodista lo dice todo. EPD Mica

  6. Felipe Napoles Solenzal

    Delia la felicito a usted y a los colaboradores de esa crónica llenas de sentimiento, así mismo es yo como hermano de ella me siento muy agredecido , nos sorprendió su partida era un Roble nunca la oí decir me siento mal, era un Yunque…..Nos fácil la vida

    • Delia Rosa Proenza Barzaga

      Gracias, Felipe. Martica tu esposa fue una de las que más colaboró. Supe, a raíz de la noticia, que ustedes eran como de su familia …

  7. Felipe Napoles Solenzal

    Fue siempre mi hermana en todos los momentos buenos y dificiles de la vida, al escribir esto se me hace un nudo en mi garganta y lágrimas en mis hojos , sus hijos y nietos me tienen como un tio así me dicen tioooo, casi desde nuestra niñez estamo juntos, cundo estube enfermo hospitalizado una vez siempre estubo en mi cabecera,,, es mucho lo que tendria que escribir pero se me hace muy dificil seguir escribiendo…….

  8. Una crónica llena de sentimiento como era ella,una educadora incondicional que trabajò siempre en bien de la educaciòn espirituana. La extrañaremos siempre y el mejor legado es continuar laborando en favor de la educaciòn espirituana EPD.

  9. Jorge Fèlix Lazo Garcia

    Excelente trabajo Delia,en mi actual tarea la extraño porque no dejo de escribirme, el saludo de Buenos dias amigo, Buenas noches amigo, Hola amigo, Hola niño y la pregunta de còmo me encontraba yo y los demas compatriotas no falto nunca…me sorprendio su partida porque jamas menciono dolencia alguna, pero la recordaremos siempre como la educadora y mujer ejemplar.

    • Delia Rosa Proenza Barzaga

      Gracias, Lazo. ¡Qué hermosos gestos los que cuentas! Uno de los rasgos de ella que me relataron fue su resistencia al dolor o al malestar, que no solía mencionar jamás. Yo la conocía desde hace décadas y acabo de redescubrirla. Pero cuando fue al médico nadie sospechaba que estaba tan mal…
      Varias personas allegadas a ella por su trabajo, y que se convirtieron en sus grandes amigos, me ayudaron con sus testimonios. A ellos les agradezco.

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