Compadre, vamos a entrar en un arreglo (+fotos)

Además de una delincuencia cada vez mas refinada, agentes  de la Unidad Provincial de Vigilancia y Patrullaje espirituana enfrentan en el día a día no pocas propuestas de soborno y deslealtad Desde el carro patrulla 844, estacionado en un punto de la Autopista Nacional, vio acercarse una rastra Kamaz proveniente

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Además de una delincuencia cada vez mas refinada, agentes  de la Unidad Provincial de Vigilancia y Patrullaje espirituana enfrentan en el día a día no pocas propuestas de soborno y deslealtad

Desde el carro patrulla 844, estacionado en un punto de la Autopista Nacional, vio acercarse una rastra Kamaz proveniente de la región oriental. Durante el chequeo de rutina se percató de que los viajeros carecían de documentos que avalaran la transportación de la carga. Se trataba, según adujeron, de productos para exponer en una feria en La Habana.

“Había muchas cajas con una gran cantidad de latas de frutas en conserva, también pistones de carros nuevos, todo eso ilegal. El conductor dijo que era para ‘resolverle’ a un amigo en la capital y mientras los trasladábamos a la unidad el representante de la mercancía me ofreció unas cajas de aquellas. Le expliqué que él no tenía derecho a disponer de lo ajeno y que estaría en problemas si su jefe se enteraba. ‘Con él no habrá líos, nosotros nos arreglamos’, me respondió. Claro está, les informamos que estaban incurriendo en un delito y levantamos la denuncia correspondiente”, cuenta el teniente Delvis Bravo Vizcaíno, agente de 44 años de edad, 24 de los cuales los ha dedicado al trabajo en la Policía.

El incidente consta en los registros del año precedente, etapa en la cual se reportaron en la provincia cerca de 20 causas por infracciones similares (cohecho); de ellas la mayoría tuvieron como protagonistas a miembros de la Unidad Provincial de Vigilancia y Patrullaje, asentada en el espirituano reparto de Colón.

“Se trata de patrulleros, policías de carretera y de ciudad que operan en Sancti Spíritus y Trinidad, aunque provienen de todos los municipios”, explica el primer teniente Juan Carlos Berroa Aguilar, instructor para el trabajo político-ideológico de la unidad, un joven de verbo fácil y temperamento inquieto que acababa de regresar de una escuela cercana. “Disculpe la demora, es que estábamos premiando a los pioneros ganadores de un concurso que auspiciamos nosotros”, se excusa 10 minutos después de la hora pactada.

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Según su testimonio, han existido casos en que el agente flaqueó ante los intentos de sobornarlo, pero ninguna de esas experiencias ha tenido lugar durante su estancia allí en los últimos dos años. “Siempre que se reciben informaciones acerca del actuar incorrecto de algún compañero se investiga y si está implicado se lleva a la comisión de cuadros. Nuestro trabajo es fundamentalmente preventivo”, precisa y menciona como sitios de gran proclividad el área del parque y el bulevar de la ciudad cabecera, y el Centro Histórico de Trinidad.

LOS JÓVENES AL HABLA

Noche cálida del 2014. El primer suboficial Demis Hernández Alfonso y el teniente Waldemar Morales Sánchez, chofer y jefe de grupo de patrulla de ciudad, con 32 y 33 años, respectivamente, se encontraban frente a la Universidad de Ciencias Médicas cuando un camión particular cargado de cerdos, dos de ellos ya muertos, se detuvo ante la señal de los uniformados. Demis narra la anécdota: “Les pedimos la documentación y no la tenían. Ni factura de pago ni certificación alguna sobre los animales. El ciudadano al frente del viaje, un camagüeyano, cuando le comunicamos que los trasladaríamos al Punto 4 nos dijo: ‘Compadre, vamos a entrar en un arreglo’, y yo: ‘No, yo no tengo que entrar en arreglo alguno con usted’, y él: ‘Mira, te voy a hacer un regalo’. Le digo que tampoco tiene que hacerme ningún regalo. Al final, cuando lo traslado para el carro, sigue insistiendo: ‘Mira, te voy a dar 300 pesos y una botella de ron pa’ que te la tomes’. Le repito: ‘Oiga, que yo ni tomo ni quiero dinero’. Entonces procedimos con la denuncia. En el juicio, que se celebró aquí, le pedían una sanción de cuatro años de privación de libertad. Los cerdos venían de Guasimal, eran de criadores particulares y ellos los llevaban hacia Camagüey”.

Situaciones como esa enfrentan con frecuencia estos hombres ataviados de azul cuya misión es velar por el orden. Sus respuestas están amparadas por la Ley No 62 del Código Penal, en cuyo Capítulo 4 Cohecho, exacción ilegal y negociaciones ilícitas, artículo 152.1 puede leerse: El que dé dádiva o presente o favorezca con cualquier otra ventaja o beneficio o le haga ofrecimiento o promesa a un funcionario para que realice, retarde u omita realizar un acto relativo a su cargo incurre en sanción de privación de libertad de dos a cinco años o multa de 500 a 1 000 cuotas, o ambas.

Con solo 28 años, Guillermo Sorís, primer suboficial, asumió una postura igual de impecable junto a su compañero de patrulla Joelky Rodríguez, también muy joven. Fue la tarde en que frustraron el intento de comercializar ilícitamente 400 pomos de agua mineral que un ciudadano residente en Cienfuegos se disponía a descargar desde un carretón hacia una casa hostal. Con 10 años de permanencia en la Policía el primero y 15 el segundo, los agentes no dudaron en rechazar el billete de 20 CUC que el infractor les deslizó a través de la división del carro patrullero, mientras procuraba detenerlos con un susurro: “No hay que llegar a esto”. El dinero quedó como prueba del delito.

“Los principios nuestros no son negociables”, recalca Sorís con total naturalidad y agrega que justo el 24 de diciembre pasado formularon similar denuncia, luego de que un conductor tratara de “comprarlos” con una oferta mucho más baja, a cambio de que anularan una multa por violación de las leyes de tránsito.

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Otra de las historias está relacionada con tornillos y tuercas provenientes de la Empresa de Ferrocarriles de Las Tunas que el chofer de un Kamaz le vendía a un campesino en los límites de Taguasco, pero tropezó con el primer teniente Oscar Palmero Boffill, quien laboraba como jefe de carro en la patrulla de carretera. El hombre alto y de tez negra abortó no solo aquella ilegalidad en sí misma, sino además el cohecho a que se le conminó luego. A lo largo de sus dos décadas y media de servicio ha visto de todo y no sería el dinero en la mano de quien disponía de lo ajeno lo que lo despojaría de su moral.

DEL OCASO A LA LUZ

En lo oscuro trabajan estos hombres, anónimos la mayoría de las veces, aunque a menudo se ven envueltos en situaciones de peligro. Más de uno ha debido sortear las artimañas de algún malhechor en sus esfuerzos por hacer valer lo legislado. Aun así, el joven subteniente Yurkisney Pérez logró impedir el flujo turbio de mercancías desde la cabecera provincial hacia otros lugares, una vez en el kilómetro 336 de la Autopista Nacional; otra, en la Terminal de Ómnibus Interprovincial. En ambas oportunidades había dinero suficiente para “esconder” su dignidad.

Pero ninguna de las proposiciones le gana en singularidad a la que rechazaron el primer suboficial Alain Rodríguez Rodríguez, patrullero, y el jefe de carro Yoanqui Cruz Díaz, de 22 y 24 años, respectivamente. A mediados de 2014, en la intersección de Circunvalación y Agramonte, poco después de la medianoche el dúo puso freno a un lujoso peugeot conducido por un ciudadano a quien le sobraba aliento etílico y le faltaba la licencia de conducción. Mientras pasaban sus datos al puesto de mando por el walkie talkie,  el infractor propuso entrar en un “ajuste” y ofreció gasolina, dinero, cerveza, el propio carro sobre el cual viajaba y mujeres “para dar un paseo y despejar”. Pidió no tomarlo como un soborno, sino como “un regalito”, que ellos se encargaron de cobrar bien caro tan solo con hacer lo que se les ha enseñado.

“Nosotros no nos dejamos comprar ni por dinero ni por nada. Fidel ha dicho que la mejor policía tiene que ser la honesta, la profesional”, aduce Alain, en tanto Yoanky, corto de palabras, se encarga de aclarar que lo único ausente allí eran las mujeres, “porque todo lo demás estaba oyendo el cuento. El compañero mío —subraya— le dijo que si él acostumbraba a sobornar a los policías en algún otro lugar, aquí había dado con las personas equivocadas”.

Con su ecuanimidad habitual, Pedro Martínez Chávez, jefe de la Unidad Provincial de Vigilancia y Patrullaje, escucha los relatos de sus agentes. Luego, a modo de veredicto, declara: “Hemos ido incrementando el nivel de enfrentamiento a las ilegalidades e indisciplinas sociales, de ahí que crezcan estos intentos de desvirtuar el trabajo de nuestras fuerzas en busca de impunidad. Pero ni uno solo de esos compañeros que usted ve se dejó comprar, eso habla de su profesionalidad y su ética. Para nosotros es algo importante contar con hombres de esa estirpe”.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

3 comentarios

  1. Edilberto Sosa Rey

    La revolucion forma verdaderos hombres y mujeres de la PNR,PTI,DICO,entre otras especialidades de nuestro MININT,como todo no somos perfecto y cada dia seguiremos avanzando en el corte y descubrimiento oportuno de las ilegalidades,muestra de indiciplina social,a estos jovenes oficiales y suboficiales del nuestro sistema de policia,muchas felicidades y mis deseos que sigan cumpliendo con ese alto honor en la salvaguarda de nuestro orden interior y nuestra legalidad socialista,muchas gracias.

  2. Ojala que ese ejemplo lo tomen otros compañeros del agente publico que se dejan corromper por la vanidad y dejan unmal ejemplo ante el pueblo

  3. Yhosvany Fernandez

    Me da un tremendisimo placer saber que contamos con jovenes agentes y oficiales que anteponen la dignidad humana, adelante y mis mas grandes respetos.

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