De parrandas en Arroyo Blanco

Concluyen mañana los encuentros de parrandas campesinas y de poetas repentistas que tienen lugar en el contexto del San José de Arroyo Blanco, una de las tradiciones de más largo aliento en Jatibonico Si los músicos de estirpe, esos que se dan silvestres en Arroyo Blanco, el año pasado pusieron

Concluyen mañana los encuentros de parrandas campesinas y de poetas repentistas que tienen lugar en el contexto del San José de Arroyo Blanco, una de las tradiciones de más largo aliento en Jatibonico

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El espíritu parrandero de por esos lares ha permitido, con sus altibajos, la preservación de una costumbre que se inició, según cuentan, a finales del siglo XIX.

Si los músicos de estirpe, esos que se dan silvestres en Arroyo Blanco, el año pasado pusieron el grito en el cielo porque la parranda no fue el pollo del arroz con pollo en la festividad del San José, desde este jueves en la noche ya pueden respirar aliviados: los participantes en el XIX Encuentro de Parrandas Campesinas y XII Encuentro de Poetas Repentistas comparten su dotes artísticas con el público en el área más concurrida del poblado.

“La decisión se tomó para jerarquizar las tradiciones campesinas originarias de Arroyo Blanco”, confirmó a Escambray Sandra Toledo, organizadora de actividades de la Casa de Cultura de dicha localidad, quien además reconoce el malestar que provocó en ediciones anteriores la ubicación de la plataforma en un espacio poco frecuentado.

Según el programa diseñado por el Centro Provincial de Casas de Cultura, institución que auspicia los festejos, en esta edición se presentan 12 parrandas, la mayoría del propio asentamiento jatiboniquense, del vecino municipio de Majagua, en la provincia Ciego de Ávila, y de territorios espirituanos como la propia capital provincial, Cabaiguán y Yaguajay.

Al convite de guitarras, tres, cueros, güiros y botijuelas se suman también la feria de arte popular, el proyecto Toda luz y toda mía, descargas de músicos invitados y actividades colaterales que han desperezado la habitual modorra de Arroyo Blanco.

El espíritu parrandero de por esos lares ha permitido, con sus altibajos, la preservación de una costumbre que se inició, según cuentan, a finales del siglo XIX, cuando los lugareños comenzaron a celebrar el día de San José, santo patrono del poblado, con comidas, bebidas y música campesina, interpretada por tocadores y cantadores de la propia región.

A los conjuntos se les llamó, por razones de aproximación semántica, por el mismo nombre de la tonada que interpretaban y que han mantenido hasta hoy.

El punto parranda es, por otra parte, una variante del punto espirituano y, al decir de la musicóloga María Teresa Linares, resulta uno de los más antiguos que existen, toda vez que el relativo aislamiento de Arroyo Blanco le permitió mantener sus festejos libres de contaminaciones, sin demasiadas controversias ni bailes: cantar por el placer de cantar.

Gisselle Morales

Texto de Gisselle Morales
Periodista y editora web de Escambray. Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2016). Autora del blog Cuba profunda.

Comentario

  1. Hilario Alabarca

    Gisselle antes mi respeto y saludos desde la Ciudad de Panamá, si es posible me gustaría conocer mas acerca de la décima cubana.

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