Cubana VIP en Cayo Largo del Sur

Viajar en condición de turista hasta Cayo Largo del Sur no siempre representa un ejercicio placentero, aunque para ello hayas pagado en tiempo y forma 162 CUC

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Cayo Largo, un destino turístico al sur de Cuba.

“¡China!”, escuché su voz que, como su rostro, denotaba una mezcla de angustia y alegría. Sufría, fue mi primera percepción. Ella me vio primero, cuando acompañada por Jorge, el maletero, entré al tercer restaurante donde buscábamos a Natasha y a su esposo. Había llegado al hotel alrededor de las 14:00 horas y ellos me esperaban pasadas las 15:00. Nunca se podía predecir la hora del vuelo.

“Pobrecita, ¿dónde estabas?, dime, ¿pasaste la noche en un hotel?”, indagaba al tiempo que llorábamos ambas. Después supe: Jorge tuvo que darse la vuelta o habría empezado a llorar junto a nosotras. “Enseguida entendí —me diría días después— que aquella no era una amistad cualquiera”. Ya habíamos dejado mi equipaje en la habitación, en el tercer piso, y él me había advertido de antemano: “Ella anda con la ayuda de unos bastones”. No nos veíamos desde 1986.

Por primera vez comprendí que era real el encuentro, tramado meses antes desde Toronto, Canadá, donde ellos residen, y madurado hasta el más mínimo detalle. Pero fallaron varios eslabones de la cadena y a solo minutos de salir el avión desde el Aeropuerto Internacional José Martí mi viaje era apenas un espejismo matizado por los más inverosímiles tropiezos. Durante aproximadamente 30 minutos sentí que podía infartar fuera de casa, sin tan siquiera ver a mi amiga de los años cuando, en la Universidad de Simferópol, Crimea, entonces Ucrania, cursamos juntas la carrera de Filología.

EL AMARILLO AUSENTE

“Cuando estés en el lobby del hotel debes estar atenta a la llegada de un guía nuestro, que llevará, como yo, un pulóver amarillo y preguntará quién va para Cayo Largo”, me había especificado Mayda en la sucursal de Cubatur en las proximidades del parque Serafín Sánchez, Sancti Spíritus. Luego de comunicarse varias veces con Lusmila, en la Oficina de Excursiones Aéreas Opcionales de dicha agencia —quien hizo la reservación y unos 10 días después la confirmó—, me había recomendado llamar desde la propia Habana para saber la hora del vuelo.

Luego de aguardar desde las 11:00 a.m. —como estaba indicado— hasta la 1:45 p.m. mis ojos no soportaban ya tanto amarillo fallido y decidí llamar a Lusmila, quien me informó que el vuelo se había suspendido, pues resultó preciso realizar en la mañana el viaje de la tarde anterior, cuyo avión presentaba desperfectos técnicos. Entonces no suponía siquiera que la pesadilla estaba comenzando y que no terminaría esa tarde, sábado 3 de marzo, sino al día siguiente.

“¿Qué hago ahora yo, que no resido en La Habana?”, pregunté. Debía, en teoría, regresar al lugar donde pernocté. Dar un teléfono de contacto. Dudosa, di el de la amiga que me acogió el día antes y advertí que no era segura la posibilidad de mi regreso. En pocos minutos supe que no tenía otra opción que plantar bandera y exigir mi derecho de turista cubana que pagó, igual que esos por causa de los cuales la noche anterior, según me dijeron, nadie en Cubatur había dormido. Entonces volví a llamar, pagando en moneda convertible, dije que esperaría a que hallaran el hotel donde me alojarían, e hice notar que todavía no había escuchado una disculpa por los contratiempos que me ocasionaban. Ella articuló: “Lo siento”, pero la frase no sonó sincera.

A la tercera llamada, una media hora más tarde, ya Lusmila tenía a mano teorías sobre los culpables: “Su agencia en Trinidad, que le vendió el boleto, llame allá”. Se la eché por tierra. “Cubana de Aviación, que es quien suspendió el vuelo”. También se la desbaraté, airada, cada vez más airada. Entonces sonó categórica, aunque nada convincente: “Cubatur no le puede buscar un hotel porque no maneja hoteles, solo boletos para los vuelos”.

En una oficina donde expendían boletos de viajes, pero de otra índole, en el hotel Plaza, dejé guardado mi equipaje para bordear el Parque Central e ir hasta el hotel Inglaterra, donde radica una oficina de Cubatur. Por instinto fui hacia la segunda de las mesas donde se atendía público y una mujer sonriente, de muy buena gana, escuchó mi relato. Mi pasaje me amparaba, dijo, y así se lo alegó a Lusmila una vez que esta le hubo esgrimido los mismos argumentos que a mí.

Thais, que así se llama la segunda jefa de Cubatur en La Habana, fue mi ángel protector durante por lo menos una hora y su agilidad en tramitar mi caso definiría mi suerte posterior. “Tú te vas a quedar en un hotel, puedes estar segura”, afirmó y no eran meros intentos de tranquilizarme. Su jefe, un hombre de hablar apresurado y verbo cálido, indicó buscar el lugar de La Habana donde debía tener, gratis también, cena y desayuno. “Si no aparecía un hotel, muchacha, tú te ibas a ir conmigo para mi casa”, comentó Thais cuando el ataque de llanto me sobrevino. Indicó para mí, del modo más sencillo, agua y café. Y me calmó con su sonrisa.

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Thais es la segunda jefa de Cubatur en La Habana. (Foto: Delis Proenza/ Escambray)

USTED NO ESTÁ EN MI LISTA

“Usted no está en mi lista”, me espeta Manuel Céspedes, el joven guía de Cubatur que a las 9:45 a.m. del domingo pregunta en el lobby del hotel quién va hacia Cayo Largo. Soy la única que aborda el ómnibus, quedaron en recogerme a las 10:00 a.m. y siento que aquella es mi oportunidad. Por eso decido subir ante su mirada recelosa y mantengo la calma cuando indaga, en algún hotel por el camino, mientras recogemos a otros viajeros, si realmente voy hacia allá.

No llama a Thais ni a su jefe, como le sugiero varias veces, para que disipe sus dudas. Yo no tengo ninguna, pero, como todo parece ya un absurdo, miro de nuevo el papelito en mi bolso: Cayo Largo, hotel Pelícano. Por si las moscas. En el aeropuerto, al recibir mi equipaje, una joven sonriente me mira, inquisidora. Pero no es lo que creo: es un detalle en mi primer apellido, que le ha llamado la atención. “Todo en orden”, dice. Y paso, medio incrédula, al salón de espera.

Cuando me he relajado y hasta le cuento a una señora que viaja hacia Holguín mis tribulaciones hasta aquel momento, mientras tomo un jugo, oigo mi nombre por los altavoces. Me reclaman donde mismo acaban de darme el “visto bueno”. No aparezco en la lista. Mejor, aclaran, mi pasaje no ha sido pagado. Como ahora sí ya entramos en el mundo del surrealismo, argumento que esto no puede estar pasando, que en el boleto consta que pagué mis 162 CUC. Pero nada ayuda, porque Cubana de Aviación no tiene culpa, me repiten.

Es ahí cuando lamento de verdad no tener un celular, porque le habría dado el número al jefe de Thais la tarde anterior, cuando solicitó mi teléfono de contacto. Ante mi insistencia, Manuel se comunica con alguien. Se llama Luis y pido hablar con él. Ya no confío en mi corazón, y mucho menos en el guía. Ruego a Luis hablar con las personas que conocen mi caso, le digo que esto se pasa de castaño oscuro, que en buena lid merecería una indemnización por el retraso y por mi sufrimiento. Pido el número del jefe de Thais, pero no lo obtengo.

Correcorre. Retiran mi equipaje del avión, que ya debe partir. Que espere, digo, pero es en vano. Zozobra. En cuestión de minutos, todo en orden. Alguien llamó a Pombo, el representante de Cubatur en el aeropuerto, a quien hemos estado buscando. Faltaba el número del tique electrónico en mi pasaje. Pienso una vez más en Lusmila; me alegra no conocer sus apellidos.

Al pasar el control de aduana, luego de una angustia más ante la puerta de abordaje, que está cerrada, no puedo evitar la frase: “Solo falta que ahora salga ahí que llevo drogas”. La mujer sonríe y asegura, cuando digo que engorda la trama de mi historia, que solo ha hecho lo debido. Ya en el Boeing 737- 400, cuando ocupo un asiento en el salón casi vacío, abro mi dispositivo electrónico y me refugio en el rostro de Marcel Eduardo, mi nieto de ocho meses.

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Natasha y Delia (a la derecha) se reencontraron en Cayo Largo después de 32 años sin verse. (Foto: Alexander Bezriadin)

VIP DE LA NOCHE A LA MAÑANA

Acordamos enterrar lo malo. Seguí el consejo de Natasha de comportarme como si no fuese cubana. Pero no valió de mucho: al otro día se me acercó un joven de pulóver amarillo y, cuando vio que no le respondía al saludo, me recordó que era el guía que me había recibido en el aeropuerto. “Alguien desde La Habana llamó para interesarse por usted. Se llama Lusmila”. Ahí mismo volvieron todos los recuerdos.

El miércoles, cuando terminábamos de cenar, me abordó un joven con idéntico atuendo. Era un representante de Cubatur y quería asegurarse de que la estábamos pasando bien; preguntó si necesitábamos algo en la habitación y le dije que más agua, pues con un pomo no nos bastaba. Mencioné la botella de Ritual, un excelente Havana Club que nos habían dejado allí la tarde anterior. “La carta la firmaba el hotel, que no tiene responsabilidad alguna en los problemas”, dije. Entonces me aclaró que las cortesías corrían a cargo de su agencia, preguntó en qué más podían ayudar y dijo que habría una cena con langosta.

La cena, en realidad, había tenido lugar la noche anterior. Natasha y Sasha habían elogiado el plato a más no poder y este último hasta había entregado una propina desproporcionada, a mi juicio. A él le habían hablado de alguna comida especial a las 7:00 p.m., pero sin especificar que estaba dirigida a nosotros; pensábamos sería colectiva.

Hubo aún otras cortesías y abordajes. La botella de Champagne español, con una carta firmada —esta vez sí— por Cubatur. El plato repleto de frutas y forrado de papel de brillo. La alternativa de escoger dónde quería que me llevaran al llegar al aeropuerto, para que no hubiese contratiempos con el transfer. La entrega de una guía turística sobre Cayo Largo. La información, ya a la hora de volar a La Habana, de que el guía allá sabía adónde me dirigía yo.

La pasamos bien, aunque hubo, además de canciones y gratas remembranzas, tristezas y lágrimas. La playa fue uno de los atractivos más gustados, así como el clima, aunque cambiante. No pude complacerlos en su deseo de que yo viajara con ellos, como el resto de los turistas, en una embarcación hasta playa Sirena. Son solo 2 kilómetros, pero mi condición de cubana resultó una traba que ni la Oficina de Atención al Cliente en Pelícano pudo sortear. Conseguí que les retrasaran la hora del check out sin tener que pagar por ello.

NO LLORES, NATASHA

Han transcurrido 140 horas desde el primer abrazo; dentro de tres deberemos despedirnos. Me hago la que no pienso en eso y he sonreído toda la mañana del sábado. Le pedí lo mismo a ella, pero tiene, desde el día anterior, los ojos llorosos. Bailamos sobre la arena, una lambada, como quería desde que en Zaparozhe el colega Ojito la hizo prendarse de aquel ritmo a finales de los años 80. A la 1:30 p.m. los miro a través de los cristales, diciendo adiós desde el autobús.

En La Habana, cuando ya otros turistas han mencionado sus destinos y el guía de pulóver amarillo, en el aeropuerto, les ha comunicado el número del ómnibus donde regresarán a sus hoteles, llega mi turno. “Voy a la terminal de ómnibus”, digo después de que él pronuncie mi nombre. “¡Cómo no! Aquí la tengo bien subrayadita”.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

22 comentarios

  1. Muy bien la disculpa pero falta esa disculpa a los miles de cubanos que sufren esas mismas y más atrocidades,si,atrocidades como lo digo,¿podemos creer que el problema se resuelva en todos los establecimientos del turismo? ¡¡ Noo!! Está claro que chocaron con una periodista de agallas y sin compromiso con nadie,y no le queda mas remedio que/disculparse y repito y pregunto ¿ y los miles de cubanos qué? ¿Ya hoy no se repite esto?

    • Periodista de agallas?? de verdad?? Hacer tribuna de un problema personal, enfocado ademas de forma personal es tener agallas?? puro francotirador jugando con la cadena y sin mirar al mono. Investigó algo para este reportaje? No. Hizo un breve estudio?No. Hablo con algun directivo de Cubatur antes de hacer catarsis? No!! Sabe como funciona o cual es la politica de Cubana de Aviacion o Aerogaviota cuando cancelan un vuelo?? No!! Pero bueno hay que echarle la culpa a alguien. Ah y por ultimo, xq publicar una carta que era solo para ella? Alguien necesita atencion

      • Delia Rosa Proenza Barzaga

        A esta persona que se firma así, que no coloca su nombre verdadero ni dice dónde trabaja, voy a pensarla, efectivamente, como Otro u otra más.
        ¿Catarsis?, sí. ¿Necesita atención?, no. Más bien la merece (la autora del escrito y la víctima del problema, digo) y debió haberla recibido, no la justificativa de la respuesta, sino la que lleva el asunto, de autoridades de Cubatur. Atención espiritual, no material, debo dejar claro.
        Cubana de Aviación aquí no tiene nada, nada que ver. Ni siquiera cuando la retuvo en el aeropuerto tuvo responsabilidad, creo yo. Fueron las consecuencias de los hechos, en cadena, desde que se reservó el boleto de viaje.
        La culpa no se le echa a alguien. Aquí, quien la tiene que la asuma.
        En periodismo se escribe de un tema, en casos como estos, se narra una historia. Y esta historia está contada tal y como fue vivida. Que quien se autodenomina Otro más no sepa de Periodismo no le da derecho a ofender o tergiversar las cosas. Puede malinterpretar, pero eso no es sinónimo de tener la verdad en la mano.
        La autora, en este caso yo, podía haber demandado a personas específicas (puede que a una persona, puede que a Cubatur en su conjunto) por daños de alguna índole, pero no lo hizo ni lo va a hacer. Cree más efectivo que Cubatur sepa lo que pasó para que actúe en consecuencia. De paso esperaba que se pronunciara de manera racional, justa, no justificativa. Tal vez todavía espera. Cree más efectivo también que la ciudadanía sepa, porque el periodismo es también para eso: para que la ciudadanía sepa y, de paso, se instruya sobre lo que puede hacer, los derechos que tiene, etc.
        Quien no sepa las reglas del periodismo, por favor, no se lance: en un reportaje u otro género la investigación resulta imprescindible o no en dependencia del fin del trabajo. Y sí, la periodista habló cuando todo empezaba con dos directivos de Cubatur, ahí lo narra.
        Por último, invita a Otro más a leer la crónica en el blog personal de la autora. https://cubaicani.wordpress.com/2018/03/13/cubana-vip-entre-turistas-extranjeros/ Y también esta otra ¡Sobre la respuesta de Cubatur! No se asuste, eh. https://cubaicani.wordpress.com/2018/03/24/cubatur-la-culpa-de-nadie/
        ¿Sabe algo sobre crónicas? es el mismo tema, la misma historia, para SU blog, donde también colocó la respuesta que sí, era para ella, pero una vez divulgado el problema a la ciudadanía, una vez más el público potencial, le interesa saber. ¿Comprende Otro más? si no, lo lamento mucho. Supérese y entenderá.

        • Estimada periodista, en modo alguno quise ofenderla, si fue asi acepte mis disculpas. Para mi el debate es algo sagrado y escribo desde un nick porque no hace ninguna diferencia, si esto le molesta le escribo a su blog desde mi correo personal y le doy todos mis datos. Yo le respondi a Kmilo, que por cierto usted no le dice nada porque esta de acuerdo con usted, pero cuando sale alguien y da una opnion contraria pues molesta
          De perdiodismo no se nada, es cierto, pero todos tergiversamos, usted, yo, la que le dio la respuesta… si a esto es a lo que se refiere usted cuando le di mi punto de vista. Pero bueno, de turismo digamos que conozco un poquito. Lo que le sucedio a usted fue lamentable, pero fue un error que alguien cometio y en respuesta a ello se le compenso, cierto?? y hasta donde se lee en su articulo no se hizo porque usted era perdiodista, o era extranjera o era extraterrestre, sino porque era una cliente. Entonces Cubatur actuo mal y luego trato de enmendar su error, pero en su escrito y en las reacciones que desperto lo unico que percibi fueron criticas y un tono agresivo, perdone pero fue lo que senti, y cuando lei su blog (los 2 articulos) entonces reafirme mi punto de vista.
          Primero expone un problema suyo en un medio de difusion provincial pero de alcance internacional (web), luego en su blog lo hace mas personal y en el segundo articulo siente remordimientos porque sabe que su escrito puede haberle ocasionado algun problema a una joven de 23 años, y para colmo exhorta a utilizar una agencia extranjera para este tipo de servicio, realmente si no fue personal no la entiendo.
          Y cuando le digo que no investigó lo digo porque solo de leer el articulo se ve, y le repito que mi experiencia en el turismo es poca, pero en un buró de informacion del hotel inglaterra no va a estar la «segunda jefa de cubatur en la habana», alli quien esta es una vendedora, y si usted no puede distinguir, identificar o al menos investigar esto tan sencillo, entonces que me queda para el resto

          • Delia Proenza Barzaga

            Compañero, aunque no lo hubiera dicho se nota que usted está identificado con el personal de Turismo.
            Lamento que no haya entendio nada o casi nada. Solo dos acotaciones: lo de mi blog se publicó primero, lo de Escambray algunos días después. Y no siento remordimiento alguno por la joven de 23 años, al contrario, ella debería sentirlo por los problemas que me ocasionó. Tengo hijas de mayor edad y sé qué tan responsable se puede ser con cada uno de los años.
            ¿Que puedo haberle ocasionado a ella un problema con mi artículo? Bueno, para qué explicarle más. No entendió.

            • Hola, a la autora del artículo. A mí me gustó mucho, por ahí hasta comenté lo mal redactada que estaba esa respuesta a usted. Me sumo a su criterio de que no tiene por qué culparse de nada, entendí su sarcasmo.
              Parece que Otro más es alguien a quien le toca muy de cerca el asunto, así que le acosejaría no hacerle mucho caso, porque a las claras se percibe que no comprende la esencia de lo que usted quiso transmitir, o no le conviene por alguna razón.
              Ah, leí también lo de su blog. Más directo, pero oiga, con todo lo que pasó en la Habana no es para menos.

  2. Delia Rosa Proenza Barzaga

    Esperé, hago constar, la respuesta de Cubatur, y me llegó hoy. Les escribií a una dirección que la amiga habanera me sugirió hallar; ella solo antenoche supo cómo trancurrió todo después que salí del hotel Plaza. Habían leído, sí, este artículo y la crónica que concebí para mi blog personal, cubaicani.wordpress.com
    Les dejo con las consideraciones que me enviaron:
    Buenos días estimada Delia:
    Antes que todo comunicarle que si hemos visto las publicaciones en los medios, pues nos interesa enormemente los criterios que sobre nuestros servicios puedan tener nuestros clientes cualquiera que sea su nacionalidad y sepa usted que agradecemos sus comentarios y sinceridad pues nos ayuda a ir eliminando errores que en con el volumen de operaciones, sin que intente justificarnos, puedan surgir y así lograr que nuestro trabajo sea satisfactorio para cada uno de nuestros clientes que son nuestra razón de ser.

    A nombre de Cubatur le reiteramos una vez más nuestras disculpas por todas las vicisitudes que tuvo en lo que debió ser un maravillo viaje de reencuentro con su amiga.

    Con relación a la compañera Lusmila, trabajadora nuestra, le explico, una vez más sin intención de justificar lo sucedido; que se trata de una excelente joven de solo 23 años quien apenas unos meses y con total seriedad y responsabilidad ha asumido la tarea asignada en su puesto laboral y debido a estas razones puede estar sujeta a errores como lo estamos todos; pese a ello admirativamente la dirección del centro ha tomado las medidas pertinentes para que casos como el suyo no se vuelvan a repetir y por su parte estaría encantada de tener la oportunidad de ofrecerle personalmente las disculpas que usted merece.

    Respecto a nuestra labor significarle que trabajamos cada día en el escenario que tenemos para tratar de que cada cliente salga satisfecho y cubrir sus expectativas; y aunque no estemos exentos de errores en cada momento tenemos presente que lo primero es el cliente y su protección.
    Es por ello que le solicitamos encarecidamente que no dude en volver a confiar en Cubatur Sucursal Occidente, que es nuestra identificación, para futuros viajes recreativos siempre que lo desee.

    Un cordial saludo

    Saludos cordiales,

    Naila Rodríguez Piloto
    Especialista Comercial Cubatur Sucursal Occidente

  3. Ah ! Y el maltrato no es solo en el turismo..Visite cualquier comercio en los alrededores del parque y salvo,contadas excepciones,cierran a las 8 pm o antes y lo hacen frente a un cartel que indica el cierre a las 9 pm ni siquiera los altos precios de su mercancía lo salvan a UD de un mal servicio y cuando se lo señala sus respuestas van desde el consabido inventario hasta barrer y trapear en tus pies

  4. Pues esta compañera ha tenido la suerte de ser periodista y publicar,la visicitudes que pasó pero estos casos se dan por miles,en muchos hoteles ver un cubano en el,causa hasta disgustos en el personal porque saben que el cubano de propinas nada y cuando dejan no llenan las/expectativas de los camereros

  5. Por doquier se estimula el sentimiento patrotico y eso esta bien,pues que nos traten igual o mejor que los extranjeros y sentiremos mas orgullo de ser cubano

  6. ?mejor no comentar,que yo en mi país me traten así,no lo creo,pero es la triste realidad…

  7. Infinidad de casos y ejemplos tristes como este, pero casi nadie tiene una oportunidad de publicarlos

  8. Riky el chévere

    Menos mal que lei hasta el final, iba a decir ¡qué bueno que premian a alguien de un periódico por su trabajo! y resulta que fue casi un castigo. Por eso estamos como estamos, los nacionales valemos muy poco y el turista de afuera se lleva toda la gloria. Claro que escogen Cuba…
    ¿Y no van a poner demanda?

  9. cubana optimista

    Un horror. Parece que esa periodista es la primera turista nacional en volar a ese destino turístico, y ahora dudo que otros podamos aspirar a esa suerte de viaje, aunque mirándolo bien no anduvo ella con mucha suerte.
    ¿No podemos los que vivimos adentro ser turistas normales, como los demás? Si ya estaba fuera de la frontera de la isla ¿para dónde iba a irse en un barco de paseo? Los miedos con que vivimos nos van a matar, y eso que llevamos años abriéndonos al mundo. Me gustaría ver qué va a hacer Cubatur sobre esta situación, porque por lo que entendí, las cortesías eran para compensar el maltrato, pero también para acallar a la periodista. No hay que ser experto…

  10. Qué desastre, así no puede crecer el turismo.

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