La prioridad de salvar

Pese a la tensa situación energética que vive hoy la isla, en la provincia no se han detenido los servicios de salud vitales para la población

Otros pacientes como Yilian también han continuado recibiendo el tratamiento de hemodiálisis sin dificultad. (Foto: Dayamis Sotolongo Rojas).
Otros pacientes como Yilian también han continuado recibiendo el tratamiento de hemodiálisis sin dificultad.
(Foto: Dayamis Sotolongo Rojas).

Un año atrás, cuando detectaron que la diabetes había lacerado sus riñones y empezó a viajar un día sí y otro no hasta el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos para recibir el tratamiento de hemodiálisis, el taxi aquel también comenzó a apostarse fuera de su casa allá en Las Damas, Banao, para llevarla y traerla hasta Sancti Spíritus.

No importó lo malo que estaba el camino; a las seis y tanto de la mañana ya Yilian Luna Padrón había colado el café, se había cambiado la ropa de dormir y el pito del vehículo estaba despabilando también al vecindario. Lo cuenta sin más ahora acostada en una de las camas de la sala de Hemodiálisis del centro asistencial. Ya es rutina: lunes, miércoles y viernes viene a hacerse la hemodiálisis y luego regresa a casa. Y ni en estos días en que el combustible escasea “he tenido que venir en botella”, dice.

Es una regla, aun en medio de la situación energética que vive hoy la isla con el abastecimiento de combustible, ninguno de los servicios de salud vitales para la población se han limitado.

SOBRE RUEDAS

No solo a Yilian le corresponde la exclusividad. Más de un centenar de espirituanos se hallan actualmente incluidos en el programa de insuficiencia renal crónica y en aquellos cubículos donde todos se arropan de verde de pies a cabeza se realizan alrededor de 60 hemodiálisis diariamente.

El licenciado en Enfermería Deni González Prado comparte una certeza: allí nada se ha detenido. Parado frente a uno de los 23 riñones que se disponen en la sala confirma lo que se vive día a día: “El servicio ha seguido ininterrumpidamente como siempre: todos los días de siete de la mañana a once de la noche. Los cubículos se mantienen climatizados hasta la noche cuando terminan las diálisis; en ese momento se apagan los aires hasta la mañana siguiente y durante todo el día están apagados los climas de las oficinas.

“Además se ha garantizado sin dificultades el servicio de taxis para el traslado de estos pacientes”.

Recientemente, cuando el sector de la Salud en la provincia también adoptaba medidas para paliar la actual coyuntura energética, un propósito primaba: contribuir al ahorro de portadores energéticos, pero sin afectar la atención médica desde el consultorio hasta los hospitales.

En tal sentido, el doctor Manuel Rivero Abella, director provincial de Salud, reitera en Escambray que las prestaciones esenciales para la población no se han afectado. “Los servicios vitales no han tenido ningún tipo de dificultad. El transporte sanitario se ha destinado a la urgencia y a la emergencia y en el caso de los medios diagnósticos que son fuera de la provincia se está discutiendo paciente a paciente y, hasta el momento, todos los que hemos tenido que llevar hacia otro lugar, fundamentalmente a La Habana, se ha cumplido”.

Fuentes de la Dirección Provincial del Sistema Integrado de Urgencias Médicas han confirmado que las ambulancias no han dejado de rodar. Solo en la Base No. 10 de Sancti Spíritus, que funciona como una base provincial, desde el miércoles pasado —cuando echaron a andar no pocos reacomodos— y hasta esta semana se habían trasladado más de 150 urgencias municipales y más de una veintena intermunicipales; además de una importante cifra de urgencias pediátricas, neonatales y de gestantes.

Porque sobre ruedas también se salva, los pacientes que tienen turnos médicos en la capital del país y han precisado de la guagua que cumple este cometido han podido utilizar dicho medio de transporte; igual les ha sucedido a quienes reciben tratamiento de radioterapia en Villa Clara, que han viajado sin dificultad.

SALUD A PUERTAS ABIERTAS

Hay un llanto que retumba a ratos hasta fuera de la incubadora. En otro piso, en aquella sala de la más cerrada hermeticidad donde se lee Unidad de Cuidados Intensivos se escucha el incesante sonido de monitores.

Las instalaciones sanitarias siguen de puertas abiertas como siempre: las camillas de un lado a otro, el trasiego de personas en los cuerpos de guardia, los médicos auscultándolo todo.

Según el director provincial de Salud, ningún hospital está a régimen de urgencias, en dichos centros lo que se ha readecuado —amén de otras medidas tomadas a tono con los tiempos que corren— es el horario de visitas de una a tres de la tarde.

“No se ha limitado ningún servicio de urgencia y emergencias. Los cuerpos de guardia de los policlínicos siguen abiertos las 24 horas y se continúa operando en electivo, lo que por ahora solo tumores y traumas”, sostiene Rivero Abella.

Se ha protegido a todos: desde la edad pediátrica hasta la adulta. Tanto que, de acuerdo con el doctor Julio César Padilla, director en funciones del Hospital Pediátrico Provincial José Martí Pérez, en dicha instalación, aunque se han reducido algunos niveles de actividad, se siguen prestando los mismos servicios: consultas médicas, cirugías, atenciones en cuerpo de guardia, ingresos…

Para respaldar una asistencia médica ininterrumpida se ha precisado desde los recursos humanos hasta los materiales. “Tenemos garantizado el combustible para los grupos electrógenos y las calderas —sostiene Rivero Abella—. Este lunes entró el tiro directo de combustible a las calderas —indispensables para las lavanderías, la cocción de alimentos, la esterilización— y se completó la cobertura hasta la primera semana del mes de octubre; no obstante, se han tomado medidas para que todos los servicios que requieren de las calderas reduzcan el tiempo de uso y permitir así poderlas emplear más días de los que están planificados”.

Y se ha apostado más: que el médico y la enfermera permanezcan en los consultorios —para lo que se ha limitado la planificación de actividades docentes y de otra índole fuera del área de salud—, que los especialistas sigan llegando a cada uno de los policlínicos, que la fumigación contra el Aedes aegypti siga haciéndose como hasta hoy, pero con más control…

Acostada en aquella cama mientras se hace la hemodiálisis, a sus 50 años, Yilian no solo agradece el subsidio salvador con el que le construyeron una casa más cerca de Banao y alejada de Las Damas; sino también que, pese a los muchos litros de combustible de menos, el pito del taxi siga, como si nada, despabilando a todos a las seis y tanto de la mañana. 

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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