Lucha contra la COVID-19 en La Cabaña, hermandad fraguada por jóvenes (+fotos)

En el hospital para pacientes con COVID-19 La Cabaña, de Sancti Spíritus, estudiantes de Medicina apoyaron la asistencia médica y compusieron el ánimo no solo a los enfermos

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De izquierda a derecha, Aray, Johanna y Roxana, quienes asumieron, entre otras tareas, la desinfección de las habitaciones de los pacientes. (Fotos: Cortesía de Johanna Vera)

Ninguno de los pacientes infectados con el SARS-CoV-2 les ha visto las caras, pero sienten un alivio en el alma que proviene de ellas, las tres jóvenes estudiantes del cuarto año de la carrera de Medicina que entre el 6 y el 17 de octubre apoyaron las tareas del equipo médico en La Cabaña.

Lugar de descanso ubicado en la Carretera Central, en la salida hacia Cabaiguán, dicho centro funge ahora como hospital emergente para pacientes sintomáticos, de esos que, al decir de quienes los atienden, poseen una carga viral importante, porque la inmensa mayoría presenta síntomas a la enfermedad y comorbilidades que hacen difícil su manejo integral.

Se trata de Roxana Toledo Negrín, Johanna Vera Delgado y Aray Alonso Gómez, integrantes del contingente juvenil que en el municipio cabecera apoyó, hasta hace solo horas, las tareas de enfrentamiento a la COVID-19, tanto en hospitales como en centros de aislamiento. Según cuentan las propias muchachas, el grupo estaría incompleto si no se mencionara a Jaliesky Soriano Moreno, un joven trabajador de La Cabaña que, además de guiarlas a ellas y asumir tareas específicas allí, añadió vitalidad a un equipo que marcó los días en la institución.

El doctor Andrés Cabrera Pérez, especialista en Medicina Interna a cargo del funcionamiento del hospital en ese lapso, da fe del efecto positivo del quehacer de las jóvenes en función de la asistencia a los 12 pacientes que han sido tratados allí hasta ahora. “Las estudiantes han aportado muchísimo con su energía juvenil y con ese desprendimiento y altruismo que las caracteriza. A su cargo estuvo todos estos días la limpieza de las habitaciones, la repartición de alimentos a los enfermos y la ayuda en el apoyo psicológico a ellos”, detalla.

Respecto a Jaliesky, afirma que “se inmoló desde que esto empezó y ha manifestado una consagración admirable”, pues permaneció mucho tiempo allí dentro y no cesó en su empeño de colaborar con todo cuanto resultó necesario.

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Las tres jóvenes que apoyaron en el enfrentamiento a la COVID-19 en La Cabaña junto a otro estudiante de Medicina joven que cumplió similares funciones en un centro de salud.

LO QUE CUENTAN LAS FUTURAS DOCTORAS

Roxana Toledo Negrín, quien rige el trabajo político-ideológico en la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus, afirma que no lo pensó dos veces para aceptar cuando le dijeron que había una tarea de primer orden en la que era importante la colaboración de un grupo de estudiantes.

“Me explicaron en qué consistía y dije que sí, y me siento muy feliz de haberme vinculado a esta labor, que consiste en ayudar a las personas enfermas. No estábamos allí como médicos, pero colaboramos con la higienización, tratamos de conversar con los pacientes para hacerlos sentir mejor, porque sabemos cuán importante es en esos casos la ayuda psicológica. Procuramos siempre que liberaran ese estrés propio de la circunstancia en que se encuentran, que pasaran un tiempo ameno, que existiera una empatía entre nosotros”, explica.

Johanna Vera Delgado, quien se sumó a la cruzada gracias a la propuesta de sus amigas y compañeras de estudio, declara: “Desde que comencé la carrera, e incluso antes, estaba consciente de que la profesión que escogí implica ayudar a las demás personas, sea cual sea la condición en que estén. Esto para mí resultará de mucha utilidad, principalmente como experiencia, pero también para mi práctica como futuro médico, tan necesaria a la hora de ser un buen profesional”.

Al igual que las otras dos valientes, entiende que es de suma importancia que los pacientes se sientan cómodos y sean tratados no como seres diferentes, sino como iguales. Aray Alonso Gómez, por su parte, asegura estar consciente de que asumieron una tarea dura, pero vive convencida de que no será en vano, porque los frutos se verán.

“Con disciplina, esfuerzo, responsabilidad; con mucho amor y entrega las cosas salen bien. Estamos seguras de que de esta misión vamos a salir sanas y fortalecidas, y de que Sancti Spíritus y el pueblo cubano vamos a ganar esta batalla”, subraya la muchacha.

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Aray, Roxana y Johanna, enfundadas en los trajes y demás medios que las protegen para no contraer el virus.

Ahora en aislamiento, relatan, alegres, que los días allí se les fueron rápido y que los aprovecharon al máximo, que se sintieron apoyadas en todo y agradecen la posibilidad que se les dio de asistir a los análisis de casos cuando terminaban su faena. De esa forma, dicen, se entrenaron para el trabajo que deberán desempeñar una vez graduadas.

 “Nos cuidábamos unos a los otros en caso de que viéramos que se nos olvidaba algo, porque son muchos detalles; nos corregíamos para que no pasara nada, y no creo que vaya a pasar nada”, advierte, optimista, Aray.

LA HUELLA PERDURABLE DE UNA HERMANDAD

“Increíblemente, sí, se ha visto el resultado de su trabajo; ellas no solo apoyaron a los pacientes, sino que lograron una magnífica interacción con el personal nuestro. Hasta sesiones de yoga y relajación hicimos una vez terminado el trabajo, por iniciativa de ellas, y así nos preparábamos para el otro día, en conjunto, en equipo”, narra el doctor Andrés Cabrera Pérez.

“Mientras participaban en los análisis de casos al final de la mañana —apunta—, las jóvenes daban sus opiniones e iban aprendiendo, y ese fue el componente docente del trabajo allí; desarrollamos su esfera cognitiva y aumentó su preparación, porque conocían el riesgo y las características de cada paciente. En verdad, es mucha la motivación que tienen con esta tarea que cumplieron”, refiere el especialista.

Cuentan que en La Cabaña se difuminaron las fronteras entre estudiantes de Medicina, el trabajador joven que apoyó en el conocimiento y la limpieza de las áreas, dos enfermeros de amplia experiencia en el manejo de la epidemia, dos médicos de familia especialistas en MGI, un pediatra y un clínico.

“No importaban los nombres, los apellidos, las especialidades, la categoría clínica, docente o científica. Éramos y aún somos un grupo unido en un mismo objetivo”, concluye el doctor.

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Jaliesky Soriano Moreno, trabajador de La Cabaña, manifestó una consagración digna de admirar, afirman los doctores.

De titánico de verdad y de heroico califica el trabajo de las muchachas y también de Jaliesky. Pone a pensar, con esa definición suya, en las múltiples afirmaciones que se le escuchaban al Che, quien decía que los jóvenes son la arcilla fundamental de la Revolución y que debían ser, por naturaleza, creadores.

Por eso, aunque no les vieron nunca los rostros, los enfermos de COVID-19 de La Cabaña sí percibieron las sonrisas y asimilaron los mensajes de aliento de quienes hoy son apenas estudiantes, pero no temen al peligro porque lo consideran útil y necesario. Se trató de un desafío a la muerte, de un canto a la esperanza y a la vida que perdurará en el recuerdo de cada uno de quienes han vivido, en este convulso mes de octubre de 2020, una hermosa hermandad.

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El equipo completo de trabajadores y estudiantes, al momento de concluir la misión y partir hacia la cuarentena.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

4 comentarios

  1. Soy médico, espirituana y fui una de esos doce pacientes que atendieron, jamás podre agradecerles lo que hicieron por mi y por todos.El reportaje no exagera ni idealiza a ninguno, primó la ética, la meticulosidad, la entrega, el alto grado de preparación y el respeto hacia nosotros, no podía ver a esas niñas casi sin poder caminar por los trajes de protección pasando paños, limpiando el piso, llevándonos la comida a la cama insistiendonos en que debíamos comer que hiciéramos el esfuerzo…preocupadas en todo momento por nuestras familias, que decir de ese muchacho la humildad en persona el espíritu de servir y ayudar, los enfermeros cuantos dolores aliviaron y con una mirada compasiva en ocasiones nos daban el medicamento pues sabían los efectos a la vez que nos salvaban nos golpeaban fuerte, los médicos que decir prestos al llamado siempre al pie de la cama atentos a cualquier síntoma,Me siento muy orgullosa de pertenecer a este ejército de batas blancas que estos muchachos tan bien representan y el Profe el clínico Andrés me hizo sentir segura y confiada todo el tiempo al dar muestras de un alto grado profesional y científico pues como medico era consciente de mis riesgos recuerdo me dijo un día mientras pasaba visita»yo estoy aquí para adelantarme a cualquier complicación » y me tranquilizo, y faltó la psicóloga que nos apoyo en todo momento y hasta se buscó un aliado infalible un helado que no esperábamos después de un pase de visita que nos levantó el ánimo a todos, Leo y Darelsy al mando compartido en fin sólo decir gracias miles por todo y por tanto…???

    • Delia Rosa Proenza Barzaga

      Muchas gracias, doctora Yegsica, por colorear con sus vivencias el alcance de esta hermosa historia de amor y solidaridad.
      Mi gratitud a todos los que aportaron sus testimonios para que el pueblo sepa las grandes cosas que se hacen en Cuba ahora en función de preservar las vidas ante la COVID-19. Mis disculpas para la psicóloga, a quien involuntariamente dejé de mencionar y que, como el resto del equipo, ayudó mucho en la recuperación de ustedes, los pacientes.

  2. Excelente labor muy sacrificada y humana la que están realizando los jóvenes estudiantes de la UCM SS.y en especial la de estas muchachas futuras doctoras. Éxitos y muchas cosas buenas para ellas, los pacientes y sus familiares

    • Un agradecimiento infinito y Muchas Bendiciones a esos héroes que con tanto amor, valentía y alto nivel de conocimientos cuidaron de mi hermana en La Cabaña… Uds los jóvenes continuadores de la obra de Fidel.. por eso yo :❤??

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