Producciones locales en Trinidad: ¿alternativa o solución? (+fotos)

Ante el déficit de cemento, áridos y acero, la producción de ladrillos y otros elementos constituye la opción más viable para respaldar el programa de construcción de viviendas y rescatar una de las tradiciones más añejas en la ciudad

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La mini industria La Estrella, centro perteneciente a la UEB Promac Trinidad donde se elaboran bloques, mosaicos y lozas 3D. (Fotos: Ana Martha Panadés/Escambray)

Rodeada de zonas arcillosas, Trinidad vivió el imperio del barro. Desperdigadas por la ciudad y sus alrededores, nacieron hace más de 100 años pequeñas fábricas —prácticamente artesanales— para producir las tejas y ladrillos que sostuvieron la expansión de la villa.

De la tradición pervive la maestría de los que cultivan la alfarería como arte y el oficio de quienes la asumieron como medio de sustento. Los bautizados como tejares crecieron en número y en surtidos: ladrillos huecos y macizos, tejas criollas y francesas, conexiones sanitarias y mosaicos, todavía utilizados en los diferentes momentos del proceso constructivo.

Por ello, Hugo Calderón Montalván, quien ha permanecido por más de cinco décadas en el tejar Santa Bárbara y conoce casi todos los secretos de la fría arcilla, expone su preocupación: “De 16 fábricas, hoy solo quedan cuatro y con muy bajos niveles productivos. En los últimos meses la situación es crítica, sobre todo para garantizar al menos un salario mínimo a los 10 trabajadores directos a la producción”.

En espera de la llegada de la materia prima, sus compañeros también se desahogan y le echan leña al debate: que si muchas de las fábricas de ladrillo desmanteladas en el territorio y trasladadas a Sancti Spíritus pudieran estar activas en estos momentos, que si el parque automotor necesita urgente una renovación, que si la asignación del combustible es ínfima, que si el burocratismo ha obstaculizado la búsqueda de un nuevo yacimiento con un barro de más calidad…

Con estas y otras inquietudes Escambray llegó hasta La Milpa, uno de los tejares más eficientes de antaño y hoy sede de la Empresa Provincial de Producción de Materiales de la Construcción (Promac)en Trinidad, a la que se subordinan tres fábricas de ladrillos huecos, una de tejas planas —la única de su tipo en Cuba—, una miniindustria destinada a la fabricación de bloques, mosaicos y losas 3D y dos trabajadores por cuenta propia contratados. Julio Alberto Ruiz Hernández, jefe del grupo de dirección y control de esta Unidad Empresarial de Base (UEB), no refuta los cuestionamientos, e incluso comparte otras preocupaciones.

“La situación de los medios de transporte es crítica, el buldócer lleva seis años con el motor fundido; el cargador, dos, por la batería, y de los cuatro camiones de carga, dos se mantienen en el tiro del barro y de la leña siempre que haya respaldo de combustible. Solo el tractor-palita se encuentra en mejores condiciones y con él garantizamos el traslado del personal a los centros y de los medios a los talleres cuando ocurren roturas en la maquinaria”, expone Julio Alberto.

Aunque no son muchas las alternativas, tampoco se cruzan de brazos; pesa el compromiso con los trabajadores vinculados directamente a los resultados de la producción, a quienes se les debe garantizar un salario digno cada mes, y también lo comprometido con el programa de la Vivienda, que necesita de mayores surtidos de ladrillos ante el déficit de cemento y acero en el país.

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El jefe de brigada del tejar Santa Bárbara reconoce que se pueden recuperar los niveles productivos de años atrás.

CONSTRUIR, ¿CON QUÉ RESPALDO?

Para el presente año el plan de construcción de viviendas en Trinidad asciende a un total de 211 inmuebles, y de ellas 164 por esfuerzo propio; de ahí la importancia que reviste el programa de producción local de materiales de la construcción y la garantía de esos recursos.

Para Grisel Sesmonde, viceintendente responsable de esa esfera en la Asamblea Municipal del Poder Popular, constituye la alternativa más viable en aras de cumplir con uno de los encargos sociales de mayor relevancia en el país. “La afectación en los niveles de bloques y de acero exige un incremento en la producción de ladrillos, otros elementos de paredes y la incorporación de las placas de bóvedas para la solución de las cubiertas”, enfatiza la funcionaria.

La escasez de cemento preocupa también a Huber Mario Magdaleno, administrador de la miniindustria La Estrella, donde se elaboran bloques, mosaicos y losas 3D. “Estamos recolectando la materia prima por esfuerzo propio y debemos cumplir los compromisos del mes de febrero, pero después no contamos con respaldo de materiales”, dice mientras controla la calidad del trabajo. 

En el otro extremo de la ciudad, en el tejar Santa Bárbara, la faena comienza desde bien temprano. Unos cargan el barro hasta la estera y otros lo trasladan —ya hecho ladrillo— a la amplia nave de secado. Escambray pretenderevelar los secretos de un proceso casi artesanal que ha moldeado parte de la historia de la villa. Quintiliano Gutiérrez, jefe de brigada del centro, asegura que la llegada de la materia prima marcó el reinicio de la producción y alivió no pocas preocupaciones.

Tras 26 años de trabajo en este ramo, evoca con nostalgia los días de esplendor: “La fábrica llegó a entregar hasta 70 000 ladrillos mensuales y ahora apenas alcanza los 25 000. A partir de las dificultades con la extracción y tiro del barro solo se explota el 35 por ciento de la capacidad instalada del tejar. Es algo que como trinitario me duele”, se lamenta Quintiliano.

Pero la maquinaria es también muy antigua.

Sí y la mayor parte de las piezas son fruto de la inventiva de nuestros mecánicos, pero aun así se pudieran aumentar los niveles de fabricación si se contara con la materia prima.  

¿Y el barro?

Trinidad tiene suficientes yacimientos de arcilla en el Valle de los Ingenios, pero el que se usa ya está agotado. La agricultura no autoriza la explotación de uno nuevo. Ambas empresas no se ponen de acuerdo, pero la realidad es que se necesita un barro de más pureza, porque de lo contrario, el ladrillo sale lleno de bolitas que se explotan durante el proceso de cocinado en el horno.  

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El yacimiento de barro hoy en explotación en la zona de Guarico se encuentra prácticamente agotado.

EL RESCATE DE UNA TRADICIÓN

Hasta la cava de Guarico, en el Valle de los Ingenios, llegó Escambray, que le sigue el rastro a una tradición. Encima del buldócer —como si domara un caballo—, el joven Javier Alejandro Hernández viajó desde Siguaney a darles una mano a los trinitarios.

Y mientras el pesado equipo da vueltas en círculo para descubrir la arcilla de las entrañas de la tierra, el jefe del grupo de dirección y control de la UEB Promac Trinidad reconoce que el yacimiento no da más y la contaminación de la materia prima afecta la calidad en el proceso de fabricación. “Sin contar que la factura por el alquiler del buldócer nos pone contra la pared”, agrega.

En Las Mercedes, la única fábrica de tejas planas del país, la afectación es más visible. La mala calidad de la mezcla hace imposible la elaboración allí de uno de los elementos imprescindibles para la restauración de las cubiertas de los edificios con valor patrimonial en la villa y otras ciudades cubanas.  

¿Cerrar los tejares entonces? Esa no puede ser la solución, y en ello coinciden todos. Se lo debemos al programa de construcción de viviendas, a los trabajadores que aseguran estos elementos locales con un mínimo de recursos y también a una tradición que perdura como la misma arcilla.

Lo sabe Osmany Escalante, administrador del tejar Victoria de Girón, en La Pastora, quien se niega a desmontar la maquinaria. “La producción se detuvo desde el mes de diciembre por los mismos problemas que arrastra la UEB, pero presentamos una propuesta para un proyecto de desarrollo local de conjunto con la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios. Eso nos permitirá entregar ladrillos y otros elementos de paredes, sin contar que se garantizarían nuevas fuentes de empleo”, comenta entusiasmado.

Del otrora esplendor sobrevive el apego por una tradición noble que llena de orgullo a los trinitarios y los convoca a soñar con iniciativas como el Centro de Interpretación del Barro en el tejar Irene, ubicado también en esa comunidad trinitaria, el cual rescata la memoria histórica del sitio y uno de los principales oficios del Valle de los Ingenios: la alfarería.

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

4 comentarios

  1. «La agricultura no autoriza uno nuevo. Ambas empresas no se ponen de acuerdo»… y mientras, los tejares no cuentan con materia prima, los obreros no pueden trabajar y cobrar sus salarios y la construccion de viviendas se dilata per secula seculorum… si los directivos de esas empresas tuvieran que construir sus casas con el ladrillo trinitario, no digo yo si se ponian de acuerdo.

  2. Con qué piensan unir todo, con tércio???, Como va el mundo y nosotros como el cangrejo, no niego que politicas y estrategias de rescate, incluso proyectos desarrollen esa tecnología y se hagan cosas y se empleen, pero que de retome todo o casi todo para hacer es macabro, si el barro, pero porqué no invertir en hacer ladrillos huecos de mediano y gran formato, bloques ceramicos, de canto hueco, hay una gran variedad de ladrillos, no podemos quedarnos estancadso con el mismo moldesito, cueserlos, bueno, habrá que hacer un poco más grandes los hornos, pero no le dejemos todo a que no hay cemento y le demos para atrás a la industria de la construcción.

  3. Mas de lo mismo, ya no se produce azucar lo suficiente, no hay citricos, ya no se pesca, ahora tampo hay barro, ni cemento ni aceros volvetemos a construir casas solo de barro como antaño

  4. La empresa privada no será la solución en el socialismo.Por ese camino vamos directo a la disgregacion social.

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