El poeta es un dedo que señala la luna

La frase con la que se identifica Dalila León, escritora, promotora cultural y asesora literaria en la ciudad de Sancti Spíritus

Dalila León se encuentra actualmente al frente del taller literario del que surgió como poeta. (Foto: Facebook).

El popular Café Cubita que los espirituanos bien conocen nos recibió con su característico aroma, más familiar aún para mi acompañante, Dalila León Meneses, a quien la ciudad acuna hoy con orgullo como miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)

La también asesora literaria cuenta con seis libros publicados hasta la fecha, entre los que se encuentran Bon appétit, Sin buenas nuevas, Pop art collection y Bon voyage. Nombrada hace poco Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz, sostiene la filosofía de vivir el momento, seguir cumpliendo sus sueños y, por supuesto, ayudar a todos los jóvenes artistas a cumplir los suyos.

Dalila cuenta con seis libros publicados hasta la fecha.

Usted es graduada en Contabilidad y Finanzas. ¿En qué momento cambiaron los números por letras, o es que siempre estuvieron presentes?

Eso de Economía fue realmente un error muy grande, porque yo quería ir a la ENA, pero mis padres no me dejaron. Eran los años noventa, pleno período especial. Al final me rebelé y estudié Economía por estudiar algo. Me gradué e incluso trabajé en estadísticas, pero los números y yo no nos entendemos. Mi propio número de teléfono a veces se me olvida, tengo una especie de dislexia por esa parte. Y las letras desde chiquita están conmigo.

Desde 2014 pertenece al Consejo Editorial de Ediciones Luminaria. ¿Cómo llegó hasta aquí?

Los comienzos de todo escritor en el mundo literario empiezan cuando uno nace. Pero para mí fue cuando gané mi primer premio nacional en Reina del Mar Editorial, en Cienfuegos, y decidí tomarme en serio la literatura, entrar a la Asociación… Fue ese año que yo supe realmente que este era mi camino.

Hace poco tuve la suerte de encontrarme con su último libro: Antes que amanezca, líneas muy conmovedoras. ¿De qué sentimientos surge este poemario?

Todos los poetas viven en una especie de melancolía constante, una nostalgia de algo que pudimos haber vivido o que aún no ha pasado. Cuando yo escribí eso estaba viviendo una época en que no era como tal el arrepentimiento sino el querer, el desear, la nostalgia de una utopía en la que a veces uno vive, y se da cuenta de que es algo genial. Pero el poeta siempre está con esa nostalgia de lo que fue y lo que pudo ser.

¿Cuándo tendremos un séptimo título de su obra?

Bueno, no tengo la costumbre de escribir todos los años un libro, de hecho, el último es Causas naturales, que está inédito, porque lo que tengo es una plaquette que salió para la feria del libro en Pinar del Río. Con todos estos problemas aún no ha salido al mercado. Ese lo escribí hace dos años, y ahora estoy escribiendo uno que se llama Efecto placebo, pero ese es un proyecto que va a demorar en ver la luz.

¿Qué opina sobre la literatura digital?

Ha tenido un impacto positivo. En el mundo de las redes sociales hay que saber qué consumir y cómo promover. Obviamente, no es lo mismo promocionar una obra de Borges que a Crepúsculo. Hay mucha literatura buena para jóvenes, pero no se sabe promover. Y la poesía hace siglos que no es para todos los públicos, hay que aceptarlo, pero gracias a las redes puedes hacer que el lector consuma poesía hasta sin saber que es poesía. La literatura en las redes es un cuchillo de doble filo, hay que saberlo manejar.

Usted suele recurrir a una frase muy sugerente: El poeta es un dedo que señala la luna. ¿Qué significa eso?

Esa frase la dijo un maestro haijin. Los haijines son poetas japoneses que escriben haiku, son esos poemas breves de tres líneas nada más, por ejemplo. La poesía japonesa tiene el don de observar solamente lo que te rodea sin mucho adorno. Si tú te pones muchos anillos en los dedos y señalas la luna, ¿en qué se van a fijar? En el dedo, ¿verdad?, en la uña pintada de forma extravagante. En mi poesía siempre trato de tener el dedo limpio, sin joyas, solo señalando la luna.

¿Cree que esa naturalidad, esa sencillez en la escritura, también es una representación de su persona?

Claro. El sujeto lírico de mis poemas soy yo, prácticamente. Da igual que a veces se inventen personajes, el poeta siempre queda plasmado en su arte. Mi filosofía es sencilla: hay que vivir y ya. Intentar ser feliz y hacer feliz a quienes te rodean. Carpe diem, así de simple, carpe diem.

*Estudiante de Periodismo

Sheila M. Expósito Hernández*

Texto de Sheila M. Expósito Hernández*

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