Precios sin condón

La ausencia de preservativos en la red estatal de farmacias obliga a adquirirlos a sobreprecio en el mercado informal. Ni todos pagan para cuidarse de enfermedades de transmisión sexual o prevenir embarazos indeseados ni esa debiera ser la única oferta para evitar poner en riesgo la salud

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Ilustración: Osval

Protegerse hoy, si se sopesa en el desequilibrio que a todo le pone la balanza de la oferta y la demanda, depende casi más del peso en el bolsillo que de la voluntad individual de evitar enfermedades. Al menos, resulta así para quienes apuestan por las relaciones sexuales protegidas y deben sortear desde hace algunos años la misma disyuntiva ante la dilatada extinción de los condones en la red de farmacias: ¿sexo desprotegido o preservativos a sobreprecio?

Se ha pasado de la supuesta abundancia a la precariedad del también método anticonceptivo sin transiciones. Porque quienes criticaban tiempos atrás la venta de condones hasta en las tablillas de los merenderos —a la usanza de un pan con croqueta o un vaso de refresco dispensado— lamentan hoy que ya no se hallen ni en las ofertas farmacéuticas.

Esta crisis de los condones data, si nos guiamos por lo reconocido oficialmente, del 2020. Así lo publicaba ese año Escambray, cuando las autoridades de la Empresa Provincial de Farmacias y Ópticas reconocían que en enero de ese año habían recibido el producto y luego pudieron volverlo a comercializarlo en septiembre al entrar poco más de 51 000 profilácticos.

Irrisorio. De acuerdo con los datos ofrecidos entonces por Farmacias y Ópticas, la provincia necesita casi 334 500 preservativos al mes, de los cuales el 70 por ciento, unas 234 090 unidades, se distribuyen a través de la red de farmacias del territorio. Y tal cifra no ha vuelto a tenerse ni en papeles.

Así lo confirman ahora a este medio de prensa. Se constata lo mismo cuando al discar los números de varias farmacias espirituanas del otro lado de la línea la respuesta es tan alarmante como esperada: “No, mima, hace rato no entra”, que cuando indagas por las calles y la gente arquea desde las cejas hasta la boca.

Los condones siguen brillando por su ausencia. Lo confirma Damaris Zabalo Calero, directora de la Empresa Provincial de Farmacias y Ópticas: “Los preservativos no entran desde el 17 de marzo del 2022. En esa ocasión solo entraron 54 000 condones, de un plan de 2 809 078 unidades, por lo que solo dio cobertura para siete días. Fue una cifra insuficiente”.

Cuba adquiere estos productos mediante importación desde otros países o a través de donaciones de distintos organismos foráneos no gubernamentales. No obstante, tres años atrás varios medios de la isla admitían que la pandemia de la covid había tensado los sistemas de salud del mundo y había convertido en prioridad la adquisición de otros insumos y materiales médicos. Mas, las proyecciones ahora, según se reconocía meses atrás en algunos medios de comunicación, se encaminan a ir reanudando contrataciones e importaciones también de profilácticos.

Tal realidad obliga a comprar los preservativos en el mercado informal, donde único se expenden hoy por quienes importan el producto y lo venden, luego, al precio que impongan sus ganancias. Los más precavidos, entonces, para tener sexo deberán desembolsar cuanto menos 50 pesos por un condón —aunque hasta más de 100 pesos han llegado a cotizarse, dicen, cuando las ofertas eran menos abundantes— y ello también atenta contra su uso efectivo.

En primer lugar, porque no todo el mundo, pese a que debiera hacerlo, paga por cuidar de su salud sexual y reproductiva y, en segundo término, porque tampoco abunda la estabilidad de la oferta en los mundos no tan virtuales de los Revolicos.

Hasta ahora para los únicos que se les garantiza el preservativo es a los grupos de población clave: las personas transgéneros o trans, los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), las personas que practican sexo transaccional y su pareja y las personas que viven con VIH.

De ese modo lo confirma a Escambray Elvis Julio Rodríguez Fimia, psicólogo y jefe del Departamento Provincial de Promoción y Educación para la Salud (Prosalud): “Entre los servicios que prestamos está el programa integral de distribución de condones y lubricantes. Independientemente de la crisis que hay —que tenemos un déficit en la disponibilidad de condones— para los grupos de población clave sí hay condones. Estas personas están dispensarizadas por consultorio y se les da un paquete mínimo anual de 21 condones y 10 lubricantes, que no cubre ni tres ni un mes de actividad sexual, pero al menos es responsabilidad del sector de la Salud que les llegue”.

Aunque según las autoridades sanitarias no existe en la provincia un incremento de las enfermedades de transmisión sexual, la carencia de este método profiláctico a largo plazo sí podría suponer un alza de dichos padecimientos.

Al cierre del 2022 el informe de balance de la Dirección Provincial de Salud revelaba que: “En las Enfermedades de Transmisión Sexual, la tendencia de la sífilis es discretamente al descenso, aunque incrementa en el último año y Cabaiguán es el municipio de más baja vigilancia. En la blenorragia es al descenso a expensas de Jatibonico, Cabaiguán y Fomento”.

Otro problema que también puede acarrear tal desprotección son los embarazos indeseados, sobre todo en la adolescencia, cuando la irresponsabilidad, a veces, suele campear por su respeto y no se tiene conciencia de la necesidad de cuidarse para no traer un hijo sin querer al mundo o, peor aún, enfermar.

Pudiera parecer un problema menor, pero no lo es. La carencia de preservativos afecta a todos: al padre que los debe zapatear a cualquier costo para su hijo; al joven que lo paga a sobreprecio o a la muchacha que prefirió tener sexo sin protección porque el novio no encuentra codones. Y es tan sintomático como perjudicial. La pregunta sigue rondándonos sin respuesta: protegerse, ¿a qué precio?  

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

2 comentarios

  1. Lazaro el Profe

    ¿Puede competir el riesgo de contagio con el riesgo de que Cuba se convierta en el Santuario de la Tercera edad?
    Un análisis entre Suicida y Poblacional debía inclinar la balanza a favor del segundo.
    Lléguese a cualesquiera de las Farmacias cubanas y vea a los viejos haciendo colas madrugadoras para todas las pastillas que tienen indicadas y al sufrimiento cotidiano que esto representa y llegue a la conclusión que este de los condones es un mal menor pues terminar los pocos días que le queden a un viejo sufriendo es un mal mayor.
    No obstante declaro válido su comentario.

  2. Que bueno que al fin algun periodista habla de este tema crucial. Vamos camino de gastos mayores en salud pública cuando despunten descontroladamente los casos de ITS/VIH

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