Conmoción en Colombia por atentado contra senador Miguel Uribe

El congresista fue baleado mientras daba un discurso de campaña en la localidad de Fontibón, en el oste de Bogotá

El senador de Colombia y aspirante presidencial por el partido Centro Democrático Miguel Uribe está en estado crítico. (Foto: PL)

Toda la sociedad colombiana se estremece hoy debido al atentado ocurrido ayer contra el senador y aspirante a la Presidencia por el partido Centro Democrático Miguel Uribe, quien se debate entre la vida y la muerte.

El congresista fue baleado mientras daba un discurso de campaña en la localidad de Fontibón, en el oste de Bogotá, y en condición crítica trasladado posteriormente a un centro asistencial para someterlo a una intervención quirúrgica.

Pocos minutos después del suceso las fuerzas el orden detuvieron a un menor de 15 años como el presunto tirador y se anunció el inicio de una investigación exhaustiva en torno al evento.

El hecho suscitó de inmediato una ola de rechazo generalizado en el país y de solidaridad con el congresista desde todas las corrientes políticas.

Por su parte, el mandatario, Gustavo Petro, ordenó priorizar todas las acciones institucionales necesarias a fin de garantizar la seguridad y esclarecer lo sucedido. Así se dio a conocer por medio de un comunicado del Gobierno Nacional, que deploró el ataque de “manera categórica y contundente”. Uribe Turbay no es un desconocido para la sociedad colombiana.

Es nieto del expresidente Julio César Turbay (1916-2005), quien gobernó entre 1978 y 1982, e hijo de Diana Turbay, una periodista que en 1990 fue secuestrada por “Los Extraditables”, un grupo de narcotraficantes del Cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar, y asesinada cinco meses más tarde en un intento de rescate.

Su padre es Miguel Uribe, quien se desempeñó como concejal de Bogotá por el Partido Conservador entre 1988-1990 y senador por esa misma agrupación entre 1990 y 1991.

También fungió como director en Bogotá del partido Centro Democrático, donde hoy milita su hijo.

La conmoción por este tipo de atentados no es nueva en Colombia y aún fresca en la memoria de la ciudadanía están las muertes a manos de sicarios de los aspirantes a la Presidencia Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, asesinados todos en la década del 90 del pasado siglo.

Si bien el intento de acabar con la vida del legislador logró unir al país en el deseo de que el político se recuperase, también fue aprovechado por sectores de oposición para entronizar la pugna con el jefe de Estado, en una especie de discurso de campaña que contribuyó a exacerbar los ánimos en las redes sociales.

La usuaria de X Fanny Esperanza consideró, por ejemplo, que con tales pronunciamientos instrumentalizan el horror.

“Ni siquiera se preocupan por la vida de Miguel Uribe, más preocupados están por señalar a Petro, increíble que tengan tan poca humanidad”, manifestó.

La filósofa argentina Luciana Cadahia pidió por su parte a los colombianos no caer en la trampa de los dueños del país que, según manifestó, siembran caos para estigmatizar las verdaderas fuerzas democráticas y vitales de la nación sudamericana. Otros, como el representante a la Cámara por el Pacto Histórico Gabriel Becerra, pidieron hacer una reflexión más profunda del suceso.

“Tan doloroso como el atentado contra Miguel Uribe es saber que quien le disparó fue un niño, habitante de un barrio pobre del occidente de Bogotá. (…) La realidad nos demuestra que seguimos fracasando como sociedad al no lograr sacar a nuestros niños y niñas de la violencia”, escribió en X.

También el senador Iván Cepeda consideró que el atentado evidencia la necesidad de sentar las bases para llegar a un acuerdo nacional.

“Hoy más que nunca es necesario llamar a los dirigentes políticos a hacer un alto en el camino, realizar una profunda reflexión que nos conduzca al diálogo sereno y para superar la violencia política que sigue frustrando la posibilidad de que seamos un país democrático y en paz”, estimó.

Si bien no se trata de posturas unánimes, nadie en la nación permanece indiferente ante lo sucedido, y se reabren con más fuerza los debates sobre la seguridad y en torno a los efectos de una polarización de la que tanto hablan por estos días los politólogos.

Pero una verdad inocultable resalta: el ataque contra Miguel Uribe provoca mayor efervescencia en un país que atraviesa un momento de mucha crispación política y a 355 días de que se realizan las elecciones presidenciales.

Agencia Prensa Latina

Texto de Agencia Prensa Latina

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