El sueco Armand Duplantis escribió hoy otro capítulo épico en la historia del atletismo al saltar 6.30 metros, imponer otro récord mundial y conquistar su tercer título universal de pértiga.
El Estadio Nacional de Japón contuvo la respiración durante los minutos finales, cuando “Mondo” falló sus dos primeros intentos sobre la altura soñada. En el tercero, con la vara tambaleando y el público expectante, se convirtió en dueño del cielo. La barra permaneció inmóvil y Tokio fue testigo del decimocuarto récord mundial del prodigio nacido en Luisiana, heredero de raíces suecas por su madre.
En una de las finales más exigentes jamás vistas, siete atletas rebasaron los 5.90 metros, estableciendo un listón colectivo que engrandeció aún más la hazaña del nórdico. El griego Emmanouil Karalis se bañó en plata con un soberbio salto de seis metros, mientras el australiano Kurtis Marschall obtuvo el bronce con 5.95.
Pero cuando la batalla parecía cerrada, Duplantis abrió un nuevo horizonte para la disciplina. El público japonés, que se había mantenido en pie durante más de media hora para acompañarlo, explotó en júbilo. Karalis mismo, rendido ante la grandeza del sueco, fue uno de los primeros en felicitarlo al pie del colchón.
Duplantis, invicto en 49 competencias, extendió así una dinastía personal que comenzó en 2020, cuando superó por primera vez los 6.17 metros. Desde entonces, centímetro a centímetro, ha ido reinventando los límites humanos hasta elevarlos hoy a los 6.30.
Su reinado no admite dudas: dos veces campeón olímpico, tricampeón mundial al aire libre y dueño absoluto de cada récord intermedio, el “Mondo” ha hecho de la pértiga más que un espectáculo atlético, un acto de poesía vertical. Tokio, en esta noche inolvidable, fue el escenario de su consagración definitiva como el hombre que aprendió a volar.
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