“Nunca me arrepentiré de haber dedicado mi vida a una labor tan noble como la enseñanza en la Educación Especial, esa sublime profesión de amor que está en mi sangre y de la que no creo poder desprenderme, pues me atrapó desde el primer instante”, asegura Fidel García Jacomino, quien ha entregado al magisterio más de 40 años de vida, muchas horas de preparación y grandes sacrificios para garantizar que sus alumnos aprendan y se superen cada día.
Su primer contacto con la labor educativa tuvo lugar cuando formó parte del proyecto Guerrilleros de la Enseñanza. Ello lo motivó mucho a decidirse por esta carrera y al concluir el sexto grado se incorporó a la escuela formadora de maestros Rafael María de Mendive, en Sancti Spíritus.
“Me gradué de maestro primario y, luego, escogí la especialidad de Logopedia, que concluí tras dos años en La Habana, donde finalicé mi licenciatura y, a partir de allí, continúe superándome hasta obtener el grado de máster en Ciencias de la Educación”, puntualiza.

Comenzó su vida laboral en Sancti Spíritus en 1981, en la entonces Escuela de Conducta; luego transitó por otros centros de Educación Especial en la provincia, entre ellos las instituciones educativas Frank País, Efraín Alfonso y Rafael Morales, esta última destinada al aprendizaje de niños y jóvenes sordos e hipoacúsicos; más tarde, se incorporó como logopeda a la escuela Protesta de Jarao.
“Cuando abrieron en Sancti Spíritus el centro para atender a estudiantes con trastornos severos en el lenguaje no lo dudé y me sumé a ese colectivo, donde permanecí seis años. Llegó a convertirse en Vanguardia Nacional y referencia en toda Cuba gracias a la unidad y superación constante de los profesionales que allí laborábamos”, asegura.
Luego, Fidel se incorporó a trabajar como metodólogo integral en Educación, donde se mantiene hoy con la perspectiva de garantizar la preparación de niños y jóvenes, además de formar a otros profesionales que se abren paso en la Educación Especial.

“Preparar a otros profesores que hoy comienzan su vida profesional es todo un reto, una gran responsabilidad, pues esos jóvenes nos ven como un paradigma; es nuestro trabajo educarlos bien para que puedan entregar su mejor versión en las aulas”, puntualiza Fidel.
Asimismo, trabaja desde hace varios años en todos los colectivos de autores de su especialidad (trastornos de comunicación, dificultades generalizadas para el aprendizaje y Trastorno del Espectro Autista), una tarea que le fue encomendada a nivel nacional y que ha posibilitado la publicación de cuadernos de trabajo para estudiantes, así como orientaciones y programas pedagógicos destinados a educadores.
De igual modo, Fidel se vincula a diversas investigaciones científicas relacionadas con la logopedia para ayudar a niños y jóvenes que presentan este tipo de trastornos.

“Me siento profundamente orgulloso de dedicar toda mi vida a la Enseñanza Especial, es algo que llevo en la sangre y a lo que espero no renunciar nunca porque me hace verdaderamente feliz”, precisa.
Al indagar sobre las características que debe tener un buen profesional de esa especialidad, asegura sonriente: “Lo primero es el amor hacia nuestros niños, la entrega y la responsabilidad, hay conocimientos que sólo llegan con el ejercicio de la profesión, pero cuando se trabaja con amor y hay deseos de aprender nada puede fallar.
“Como educadores tenemos una gran responsabilidad para hacer crecer a nuestros estudiantes, pero si no hay amor en ello entonces no podremos lograrlo, hay que poner mucho cariño en lo que hacemos porque creo, firmemente, que no hay nada en esta profesión que pueda escapar al amor”, concluye Fidel entre lágrimas al evocar tantos momentos trascendentales que le ha regalado el magisterio.
Escambray Periódico de Sancti Spíritus











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