Presa Zaza: Fiera de agua enjaulada

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La balsa y un camión cargado de sacos terreros durante la lucha por salvar la presa.

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TESTIGO DE EXCEPCIÓN

La primavera de 1972 fue excepcional. En pocos días cayó enorme cantidad de lluvia en aguaceros que se sucedían a intervalos y abarcaban toda el área de la cuenca hidrológica del río Zaza, donde la presa de igual nombre llegaba a su clímax constructivo, abocada a ver repleto, antes del tiempo previsto, su cupo máximo de mil 20 millones de metros cúbicos de agua.

Según los ingenieros soviéticos que lo proyectaron, el gigantesco embalse, sin paralelo en el área centroamericana y caribeña, sería en extremo seguro y demoraría al menos cinco años para llenarse, asertos que la práctica demostró fallidos, aunque, después de algunos años más o menos “secos”, aquellas grandes avenidas y la acción del hombre hicieron también lo suyo…

TESTIGO DE EXCEPCIÓN

Pocos hay como Francisco García Pérez, Panchito, quien fuera jefe de la Brigada Máximo Gómez, constructora de obras hidráulicas, a cargo de la inversión, para abundar sobre las premisas que abocaron al desastre esta magistral obra de ingeniería.

Según Panchito, en la margen derecha de la presa, en la base de la cortina, fueron colocados unos tubos con la misión provisional de suministrar agua al complejo arrocero de Mapos-Natividad y aliviar si el agua llegaba a la Cota 22. “Lo que pasó fue que el nivel del agua subió hasta la Cota 30, en un momento en que, de acuerdo con el cronograma, no había aun orden de cerrar las tuberías”.

Recordó el veterano constructor, que al concluir la segunda decena de mayo se inició una racha de lluvias intensas, la cual duró casi un mes. El 20 de mayo, en solo 12 horas, el volumen aumentó en 144 millones de metros cúbicos, entonces hubo que hacer un dique adicional a la cortina, porque las compuertas no eran operativas todavía.

Precisa una memoria elaborada sobre los acontecimientos en torno a estos hechos, que del 20 de mayo al 17 de junio de 1972 la presa ganó más de 600 millones de metros cúbicos. El sábado 17 de junio, próximas las 6 y 30 p.m. se produjo la rotura de una tubería subterránea, lo que provocó la salida progresiva de agua, desprendimientos y agrietamientos en un tramo del talud de la cortina de la referida obra hidráulica.

El hecho ocurrió mientras se procedía al cierre de las dos válvulas correspondientes a la tubería subterránea, a través de la cual se había estado suministrando agua a las arroceras del sur de la región.

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Bagós Mayea: “El cumplimiento de la orden de evacuación se inició el miércoles 21 de junio a las 6 y 30 a.m. y se completó en 40 minutos”. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

EVACUACIÓN EN TIEMPO RÉCORD

Junto con la ejecución de la presa, se inició un amplio plan de construcción de viviendas en distintas localidades, destinadas a los moradores del área que quedaría inundada, quienes empezaron a recibir apartamentos en edificios multifamiliares y algunas parcelas aisladas.

Al cabo de 45 años, José Bagós Mayea, entonces representante de la Defensa Civil, evoca que “la evacuación en sus inicios no era rápida porque estaba limitada por el número de casas que te entregaban, que, como promedio, eran dos diarias. Los reubicados iban fundamentalmente para San Carlos y La Sierpe, pero cuando ocurre el problema en la Zaza, aquello cambió radicalmente, pues había que, en cuestión de horas, sacar a los habitantes de los lugares amenazados cortina abajo y llevarlos para albergues en Sancti Spíritus y otros puntos.

“El cumplimiento de la orden de evacuación se inició el miércoles 21 de junio a las 6 y 30 a.m. y se completó en 40 minutos. En tiempo récord —refiere Bagós— fueron evacuadas más de 8000 personas, así como equipos y animales de toda la zona aguas abajo de la presa.

¿Pero, en concreto, que trabajos se realizaron para salvar la Zaza?

Tratar de bloquear los tubos por dentro y empezarle a meter por la parte de atrás de la presa un talud, para lo cual concentraron allí gran cantidad de camiones, buldózeres y traíllas.

“Por cierto, empezaron a acopiar lonas y a buscar gente que supiera tapizar para que las cosieran. Eso se le ocurrió al entonces jefe del Ejército del Centro, Pedro García Peláez. Por su iniciativa se le soltó una manta enorme a la boca de los tubos, que estaba a 22 metros de hondura, para que la succionaran y entonces empezaron a tirarle sacos llenos de rocoso o arcilla y eso fue lo que al final facilitó obstruir el salidero y conjurar el peligro”.

BATALLA FEBRIL Y COSTOSA

La batalla febril en que los constructores, trabajando día y noche, hacían en tiempo mínimo un nuevo repecho y cientos de cederistas y federadas llenaban con igual ímpetu sacos terreros para que los muchachos de la UJC y los camioneros los vertieran del lado interno de la cortina, a unos 70 metros presa adentro, cobraría sin embargo un alto precio.

Alfredo Bernal Valdivia, entonces miembro del Buró Municipal de la Juventud en Sancti Spíritus y presidente de la Organización de Pioneros fue testigo y partícipe de un hecho doloroso que marcó de luto aquellos días de tensión extrema. Él cuenta: “En la orilla de la cortina se cargaban camiones con sacos de rocoso, luego se montaban en una balsa y se movían presa adentro a unos 70 metros, para lanzar allí los sacos y tratar de taponar los salideros que se estaban produciendo”.

Heriberto Casilla Pérez, quien conducía uno de los vehículos, refiere que “el accidente sucedió en la madrugada del 23 de junio de 1972, a unos 17 o 18 metros de la orilla, cuando la lancha que nos remolcaba estiró de manera brusca el cable y la patana sumergió la parte delantera y luego emergió de manera brusca, lo que hizo que los camiones y el personal cayeran al agua”.

Cuando Casilla se impulsa hacia arriba, su cabeza choca con el fondo de la balsa, haciéndose además una herida profunda en la barbilla. Atontado por el golpe va a salir, pero oye el ruido de la lancha y duda por temor a ser alcanzado por la hélice, pero se decide al fin cuando los ojos le empiezan a arder por la gasolina disuelta en aquel sitio. Al emerger, alguien grita: “Mira a uno allí”, entonces fueron por él y lo sacaron de la presa.

En medio de aquella barahúnda, Alfredo Bernal, que ha logrado emerger nadando se agarró de la balsa volcada y allí sintió el griterío que llegaba desde la orilla. “Una lancha motora nos transportó a la cortina Ya afuera se contó al personal y comprobamos que faltaban Orlando Paneca Vargas y Marcelino Morgado Neris, secretarios Ideológicos de la UJC en la Región y el municipio de Sancti Spíritus.

“Como a las dos horas los buzos lograron sacar a Morgado, pero Panequita no apareció aquella noche, sino muchas horas después cuando su cuerpo emergió y fue localizado por el personal que rastreaba el lugar. Yo permanecí allí los días más intensos que duró aquello, casi sin descanso. Finalmente, el 24 se logró terminar de obstruir los salideros; habíamos logrado el objetivo de salvar la presa y evitar una catástrofe, aunque a un precio muy alto”.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. En julio de 1969 ocurrió algo parecido en la presa Lebrige, grandes avenidas no previstas, llevaron el nivel de las aguas a cotas muy peligrosas, el trabajo de cientos de voluntarios de Taguasco, llenando sacos de arena, y la apertura de un aliviadero de emergencia usando dinamita, evitaron una catástrofe, y por suerte no hubo que lamentar ninguna perdida humana, la brigada era la Maxima Gomez y era Panchito su jefe, y el propio Fidel visitó la presa por aquellos dias, seria interesante una entrevista con Panchito para recordar tambien aquellos momentos.

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