Platas que valen oro

Dos jóvenes espirituanos obtuvieron medallas en las recientes Olimpiadas Iberoamericanas de Conocimientos Si Sancti Spíritus fuera Atenas, de seguro la diosa protectora de la polis griega creería que los “mortales” son más creativos de lo esperado. A pesar de siglos de diferencia y ubicación geográfica—esta isla no está cercana al

Dos jóvenes espirituanos obtuvieron medallas en las recientes Olimpiadas Iberoamericanas de Conocimientos

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El reconocimiento al esfuerzo constituye el mejor premio.

Si Sancti Spíritus fuera Atenas, de seguro la diosa protectora de la polis griega creería que los “mortales” son más creativos de lo esperado. A pesar de siglos de diferencia y ubicación geográfica—esta isla no está cercana al mar Egeo—, la provincia  también tiene que mostrar orgullo por su presencia consecutiva en Olimpiadas Iberoamericanas de Conocimientos

Recientemente, de la mano de dos de sus hijos más jóvenes, Gabriela Prieto Muga y Miguel Alejandro González Martínez, las ciencias naturales se mantienen a la vanguardia en el país. Ellos y sus entrenadores —Tania Fábregas Guerra y Agustín Plascencia Calero, respectivamente— reconocen que el esfuerzo y la constancia son más importantes para estas lides que lo que muchos llaman simplemente inteligencia

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Gabriela, quien actualmente cursa el duodécimo grado en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Eusebio Olivera, reconoce que el interés por la Biología le hizo en noveno grado “querer entrar a las aulas de concurso”.

Y allí estaba desde décimo; en el curso posterior pasa a la preselección tras ganar las copas Regional, en Camagüey, y Nacional, en el IPVCE Vladimir Ilich Lenin. “Cuando estaba en onceno grado estudiaba alrededor de dos horas en la casa, más el tiempo de entrenamiento en el aula; y en la preselección, desde las ocho de la mañana y hasta las dos de la madrugada frente a la computadora”.

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Las nuevas tecnologías facilitan el acceso a una bibliografía más actualizada. (Foto: Lauris María Henríquez Arocha)

Con la serenidad que la caracteriza, relata cómo la hazaña de Cuba de ofrecer educación gratuita para todas las enseñanzas asombra aún al mundo y que, a pesar de las carencias tecnológicas, se contaba para el estudio con la bibliografía digital más avanzada.

Reconoce que los exámenes de este concurso tenían calidad, propio de lo que se esperaba de la Universidad de Brasilia. “En general no salí mal en los exámenes, en el que peor estuve fue en el teórico B porque fue por la tarde y no me sentía bien. Los prácticos sí se podían hacer, pero el tiempo era escaso”.

Lo mejor vino después: “No sabía si brincar, llorar y mi respuesta fue: no, mentira”, al conocer del color plateado de la medalla que se colocaría en el pecho. “Conocimos a mucha gente de Iberoamérica: Portugal, España, El Salvador, México, intercambiamos correos, souvenires, lástima que fue solo por una semana”.

Ante la pregunta que todos esperan, para eliminar el criterio general de que son genios locos sin vida fuera de los libros, Gabriela se reparte el tiempo para ver anime y escuchar rock metal, salir, ir a la playa… Eso sí, la familia le ha reacomodado el tiempo de los quehaceres de la casa para que lo emplee en lo que ella prefiere: conocer los porqués. “Somos jóvenes, solo nos gusta ver qué hay detrás de las cosas”.

A pesar de la herencia familiar en el campo de la Medicina, es la Bioquímica la pasión que tiene como meta en sus estudios universitarios, y les recuerda a sus compañeros de clases: “Sueñen, que eso los va a llevar muy lejos”.

PASION POR LAS CIENCIAS

Por su parte, Miguel es el chico “récord” del IPVCE, aunque ya se vista con el uniforme de un estudiante de Medicina. Posee de manera individual tres medallas de oro en competiciones nacionales y dos platas en Olimpiadas Iberoamericanas de Química. En su pecho quizás otro galardón tuviera su espacio si el país hubiese tenido el financiamiento para enviarlo a las Olimpiadas Internacionales de julio pasado en Georgia.

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Explicar las experiencias obtenidas permite apoyar la preparación de otros concursantes. (Foto: Lauris María Henríquez Arocha)

En todo momento reconoce que prefiere las ciencias puras, pues no tiene similares resultados en el área humanística y social; “la Filosofía lleva análisis, pero es analizar pensamientos, no imagino cuando sea Economía Política”.

Cuando recibiste la noticia de la medalla, ¿qué pensaste?

“Nada que pueda decir en público. El profesor de Las Tunas, que era el entrenador en la competencia, quería que yo cogiera el oro. Sobre los dos ejercicios prácticos que hicimos en el concurso, nunca habíamos hecho nada parecido, el ejercicio trae una descripción de cómo lo debes hacer, pero siempre es buena la experiencia anterior”, explica.

Entre risas reconoce que los concursantes de otros países tenían su propia visión de Cuba y del socialismo —mediado por la errónea perspectiva de los medios de comunicación—, “aquello de que todo es de todos, por ejemplo, creían que si estabas en tu casa viendo el televisor, yo podía llevármelo y ver lo que quería”.

Sus gustos musicales son variables, desde Silvio Rodríguez hasta Yomil y el Dany; y las horas de estudio, también: “A veces estudio 10 diarias y otras, ninguna, depende del día”.

Recibir el aplauso de sus coterráneos, recorrer de nuevo las aulas por las que transitó en sus años de preuniversitario resulta, simplemente, el mejor regalo.

Lauris María Henriquez

Texto de Lauris María Henriquez
Reportera de Escambray especializada en temas sociales.

2 comentarios

  1. Y Miguel en que compitio??

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