Se busca una vacuna contra la impunidad (+video)

Aunque rijan precios máximos a cerca de un centenar de productos y servicios en el sector no estatal, no pocos pasan de largo ante resoluciones y controles

(Ilustración: Osval)
(Ilustración: Osval)
(Ilustración: Osval)

Sin saber de Medicina y mucho menos de Epidemiología, los cubanos hemos aprendido a lo largo de siete meses que la COVID-19 hace daño y deja secuelas, solo que algunas son tan nefastas como la propia enfermedad; tal es el caso de los precios: los de la derecha, que son los topados, y los de la izquierda, esos que de forma ascendente fluctúan todos los días y de los cuales no se ha escapado nadie.

“El precio topado es a 35”, alega Melba Díaz, una yayabera cansada de trastear algo de cerdo ahumado hasta llegar a la tarima donde el vendedor, de mal talante riposta: “Pues el mío es a 50, lo tomas o lo dejas”.

Ejemplos sobran y necesidades, también; pero el mayor dolor está en los bolsillos. Aunque el extinto Consejo Provincial de la Administración desde el pasado año haya dispuesto precios máximos a cerca de un centenar de productos y servicios en el sector no estatal, carretilleros, vendedores ambulantes y revendedores pasan de largo ante resoluciones y controles.

“No compro nada a precio normal desde hace muchos meses”, comenta Elena, una maestra que no se cansa de repasar, peso a peso, cómo desaparece su salario cuando se ve obligada a recurrir a un tubo de pasta dental a 100 pesos, una ristra de cebollas a 60 pesos o una de ajo a 80, un litro de aceite en 100 pesos, una libra de arroz a 25, una onza de café a 5 y una de frijoles a… como le parezca el vendedor.

Ni hablar de los carretilleros o de la plaza del mercado, a donde, tras desaparecer las ferias dominicales con motivo de la pandemia, van los espirituanos en busca de viandas como yuca, boniato o malanga, casi siempre con precios por debajo del mostrador, aunque en tablilla se exhiban los topados y, en el peor de los casos, el producto no está y aparece cuando, por necesidad, el cliente está dispuesto a pagar casi el doble.

Claro que todo parte de la insuficiente oferta estatal por causas que van desde la situación de crisis creada por una pandemia que ha puesto en pausa la economía mundial, el bloqueo que se recrudece y, para ser justos, hasta el hecho de que no se exploten todo lo posible las reservas productivas que tiene la provincia.

Aun así, más allá de todos esos porqués, también estamos frente a una modalidad de la especulación y el provecho de quienes, a fuerza de ilegalidades, lucran con el bolsillo ajeno a la vista de todos. ¿Acaso los inspectores no están al tanto de que cualquiera, impunemente, vende una caja de cigarros criollos a 15 pesos, si es de Villa Clara, mientras los que provienen de la fábrica de Holguín se cotizan a 25 pesos? ¿Nadie se espanta cuando alguien pregona a toda voz aguacates a 20 pesos?

Las Direcciones Integrales de Supervisión (DIS), tanto en la provincia como en los municipios, si de precios se trata, están facultadas para accionar sobre el comercio minorista y también sancionar a quien viole y no controle la actividad, principalmente cuando es estatal.

“En estos siete meses de pandemia se han efectuado más de 7 000 supervisiones de precios y se han aplicado 4 044 multas por esas contravenciones que importan 672 585 pesos”, explica Sara Luna Triana, jefa de grupo de supervisores en la DIS.

Para Riselda Cardoso, inspectora provincial, es difícil controlar cuando escasean los supervisores y abundan los trasgresores. “Sabemos que hay irregularidades de precios, sobre todo en productos cárnicos y agropecuarios, por lo que trabajamos por incrementar el enfrentamiento a las ilegalidades en todos los sentidos. Tanto es así que  en un operativo de dos días en Yaguajay fue necesario aplicar una treintena de multas. Son estos tiempos de ser rigurosos ante la propensión de los vendedores, tanto legales como ilegales, a desangrar los bolsillos de los ciudadanos”.

A estas alturas, cuando Sancti Spíritus experimenta una compleja situación epidemiológica, con un alto número de casos positivos a la COVID-19, los importes también siguen subiendo, precedidos de la actitud inmoral de quienes se escudan tras los altos precios con una justificación inalterable: “Porque yo lo compro caro”, como si ya fuera un hecho la anunciada reforma salarial que está por llegar, todavía sin fecha definida.

Para que el sustento de cada día tenga su precio justo no queda más remedio que producir más, pero mientras, con la misma unión y fuerza que se enfrenta la pandemia, habrá que luchar contra esta especie de mercaderes marcados por el egoísmo, personas que en tiempos de crisis se aprovechan de una enfermedad cuya cura, por suerte, está cerca de ser una realidad para los científicos cubanos, aunque después habrá que inmunizarse de esas otras secuelas que lastran la economía familiar, para las que todavía no existe un candidato vacunal.

Carmen Rodríguez

Texto de Carmen Rodríguez
Reportera de Escambray por más de 30 años. Especializada en temas económicos.

7 comentarios

  1. Hablar de los precios k existen hoy es como volverse loco sa ha perdido el respeto a todo tu sabes lo k es dos bomboncito casero a 5 pesos sin calidad ninguna y eso esta en la vista de todo en el reparto escribano y no pasa nada eso para mi es abusivo y mas ahora k no hay que en las tiendas no existe ninguna golisina para nuestros hijos y ne pregunto donde estan los impectores k no ven esas cosas tambien da pena ver como otta señora sale con una fuente de coquitos acaramelados k siempre fueron a peso ahora es a dos pesos y tampoco nadie ve eso gracias

  2. Muy cierto, abusivos los precios de Palmarés, específicamente El mesón de la plaza, 10 litros de yogurt 14 CUC, así mismo sobreprecio en garbanzos, puré de tomate y otros enlatados.

  3. Bueno, muchos criterios más se pudieran verter, algunos de nostros los sabemos y los que los dicen en la mayoría no los publican por no tener el medio la herramienta o por temor, lo cierto es que las INSTITUCIONES los conocen y lo saben y no actúan, actúan donde es inmerecible la acción y donde no hacen efecto las medidas porque lo que hacen es afectar más al consumidor, cuando intervienen a alguien que comercializa y decomizan lejos de hacer lo justo, lo injusto es que desaparece el abastecimiento porque el estado no lo tiene y la demanda existe, los precios están topados, pero quien los hace cumplir si la cueva de Alí Babá esta a cincuenta metros de las oficinas del Poder Popular, ¨LA PLAZA DEL MERCADO¨ para mi EL CABILDO DEL ABUSO y no pasa nada.
    SOLO EL ESTRÍCTO CUMPLIMIENTO DE LAS LEYES Y LA DISCIPLINA FÉRREA SIN APAÑAMIENTOS NI PROTECCIONES, HARÁ QUE, MAS O MENOS SE RESUELVAN LA COSAS e ir mirando no se tuerzan los caminos.

  4. El listado de precios aprobado en la provincia Habana para los carnicos y productos agropecuarios es como si ya se hubiera aplicado la reforma salarial

  5. Correspondo en lo que el descaro de los precios se dice ej. Un pote de,Ají hoy 10 peso, el cerdo hoy 40, y lomo humado 50, sino estos mismo punto el cerdo 4o pesi la libra , la malanga 9 peso, la mano de plátano burro 10 pesos, por favor hasta cuando y lo más molesto es,que es a la vista de todos y no pocas patrullas comprando o apcetando premesas y que decir de inspectores, ciegos sordos y mudos, por favor ta,esta bueno de hacerse el de la vista gorda.

  6. Lo de los precios no tiene nombre, ni tampoco responsables.

  7. Lo más doloroso es que el sector estatal incurra en la subida desproporcionada de los precios. Así es el caso de la Agencia PALMARES, a más necesidad de alimentos por parte del pueblo, más suben ellos los precios, pero esa desproporción no va a parar a las bóvedas del banco sino a los bolsillos de todos los funcionarios y trabajadores de esta entidad; no hay peor ciego que el que no quiera ver.
    Las entidades estatales están bajo la SUPUESTA SUPERVISIÓN del gobierno y del partido y es por esta razón que nadie acepta el desparpajo que hay con los precios abusivos

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