Historias de vida

El magisterio es para toda la vida (+fotos)

Lo asegura Rafaela Rodríguez Felipe, una maestra octogenaria, cuyo quehacer ha dejado huellas en casi todas las ramas de la vida en Sancti Spíritus

sancti spiritus, dia del educador, educacion
Rafaela nunca dejó de superarse y venció la licenciatura después de cumplir los 50 años. (Fotos: Vicente Brito/Escambray)

Fue una vicisitud llegar a maestra. Nacida en la finca Marroquín, en las afueras de la ciudad cabecera de provincia, Rafaela Elena Rodríguez Felipe pudo asistir a la escuela solo cuando tenía 15 años. Pero la espoleaba una necesidad doble: aprender y enseñar; jugaba, por ello, a ser la preceptora de los niños del barrio, incluidos sus hermanos, y no perdía la oportunidad de escudriñar los libros de quienes iban al colegio.

En la escuela pública No. 4 María Gramatges, donde hoy radica la Casa de las Promociones Musicales, se presentó su padre para gestionarle estudios ya en la adolescencia, y tras vencer la prueba de nivelación fue directo al sexto gado, donde ganó el primer expediente. Pero antes ya había aprendido los secretos de Corte y Costura, que le permitieron ayudar económicamente en la casa.

“Cuando terminé la Primaria Superior, que sería ahora la Secundaria, me otorgaron la única beca del municipio para la escuela Normal de Maestros en Villa Clara. Era 1958, el último año de la tiranía, y se aplazó el comienzo de los estudios”, rememora, ya cubierta de canas, en su casa de la calle Garaita, donde reside desde 1974.

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La Campaña de Alfabetización ha sido para mí la obra más linda de la Revolución, asegura Rafaela.

Atrás quedaba la epopeya de la que fue protagonista, en la propia zona rural donde residía, y que con 20 años la marcó definitivamente. “La Campaña de Alfabetización ha sido para mí la obra más linda de la Revolución. Aquello fue una locura tremendamente hermosa, que adolescentes y niños fueran de una provincia a otra a enseñar a leer y escribir a los que no sabían. Como mi sueño era aprender quería que todo el mundo pudiera alcanzarlo”.

Su estreno fue la enseñanza primaria, que terminó por robarle el corazón. A ella le dedicó 15 años de su vida, no solo en la ciudad, sino también en pueblos y montes. En la lista, Galleguito, Bijabo —en Zaza del Medio—, El Jíbaro, Bacuino.

“Dígale luego, de parte mía, que se acuerde que yo fui la que le enseñó a, e, i, o, u”, envía, risueña, un mensaje al colega Enrique Ojito, a quien adentró en los primeros conocimientos en ese caserío próximo a La Sierpe, el último donde enseñó antes de que la presa Zaza, que nacía entonces, sepultara con sus aguas no solo su centro laboral, sino también su casa, en las proximidades de la fábrica Nestlé.

“Nos trasladaron a Sancti Spíritus y permanecimos albergados en el hotel Colonial por dos años y medio; a mis padres les tocó irse a vivir en San Carlos. Ya yo tenía a tres de mis hijos y allí nació el cuarto. Luego de una licencia me vinculé a la escuela Antonio Guiteras, de la calle La Gloria, y al mudarme para esta casa empecé en la Serafín Sánchez, una escuela maravillosa, con sexto grado y el área de las Ciencias”, reseña.

Razones familiares la obligaron a cambiar de enseñanza. Fue entonces que la Educación de Adultos le abrió sus puertas y, tras graduarse como profesora de Secundaria Básica, se adentró en la superación de trabajadores de los más disímiles sectores de la sociedad.

 “En Adultos trabajé en muchísimos lugares, impartiendo los cursos de superación o nivelación”, expone, entre tímida y orgullosa. “Hay quien no le da valor a la Educación de Adultos, pero tiene mucho”, articula, solemne. La única enseñanza que no trabajó fue la Especial, que respeta en demasía.

Su inspiración han sido su familia, la Revolución —“porque fue la que me permitió hacer todo para que sirviera de ejemplo a mis hijos”—, y Fidel, ya que “sin él no se hubiera podido lograr nada de lo alcanzado hasta aquí”. A los hijos siempre les pidió que no lo traicionaran, “porque él era un ejemplo tan grande y una persona tan pura que no merecía ser traicionado”.

¿Su mayor satisfacción?

“Ver el resultado de mi trabajo, el fruto de aquello por lo que luché; ver a mis alumnos que después fueron técnicos, médicos, maestros, abogados, de la rama de ustedes y de la Comunicación en general; o que se superaron y avanzaron gracias a eso ya en la adultez”.

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Aquejada de un marcado déficit auditivo asumió, hasta hace muy poco, el repaso a niños de diferentes niveles de enseñanza.

¿Su mayor derrota?

“Mi mayor derrota es no poder seguir luchando en ese frente. Esta sordera ya no me permite oír casi nada y así no se puede”.

¿Aún le resulta provechoso el magisterio?

“Siempre. Eso es algo para toda la vida, porque lo que bien se aprende no se olvida. Como dijo José de la Luz y Caballero, la educación empieza en la cuna y no termina sino con la tumba”.

¿Qué opina de los destinos de Cuba?

“No creo que Cuba fracase jamás, sino que crecerá toda la vida; pienso que los jóvenes, de quienes decimos cosas negativas a veces, van a estar permanentemente en el frente de la batalla. Soy optimista respecto a eso”.

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Entre las condecoraciones que ha recibido figuran la medalla Rafael María de Mendive y la Distinción por la Educación Cubana.

¿Cómo se define Rafaela?

“Me considero una persona valiente, creo que he sido capaz de luchar contra muchas cosas, en etapas muy difíciles. Desde ese punto de vista soy también luchadora. Y soy humana; aunque suene feo decirle, jamás mi puerta se ha cerrado para nadie”.

Siguió trabajando en las noches luego de jubilarse en 1996, decisión que adoptó solo debido a una necesidad familiar. Luego se incorporó al Instituto Politécnico de Informática Armando de La Rosa, donde impartió Lógica Matemática, una asignatura que los demás evadían.

Fueron los muchachos de la Orden 18, en El Cacahual, y los llamados Boina Rojas, en la Carretera de Zaza, los últimos en tenerla frente al aula allá por el 2014. Ahora la ocupan los cinco nietos, la lectura y los deseos de continuar siendo útil a quien la necesita.

Guarda con celo numerosas medallas que le fueron conferidas, entre ellas la Rafael María de Mendive y la Distinción por la Educación Cubana. También una diminuta, la que quiere más, porque fue el premio a sus años como educadora ejemplar.

Atesora también montones de historias, como una de cuando, en los esfuerzos por secarlas para el siguiente día, se le quemaron las únicas medias con las que iba al colegio. “Traté de esconderlo, pero las maestras se dieron cuenta y me regalaron otras nuevas; yo tenía 16 años”.

Una vez relatada esta anécdota, antes de obsequiarnos un café que ella misma insiste en preparar y degustamos entre fotografías viejas, reflexiona sobre algo que tiene, a su juicio, importancia mayor: “Yo viví el capitalismo, ¿entiende? Por eso no quiero que vuelva”.

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“Hay quien no le da valor a la Educación de Adultos, pero tiene mucho”, sostiene Rafaela.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

7 comentarios

  1. Rolando Yero Travieso

    Excelente maestra y un ser humano extraordinario. Madre de personas de bien. Muy querida en nuestro Sancti Spíritus. Digno ejemplo del magisterio cubano. Eternamente gracias.

  2. Fue mi maestra en primaria, es un evangelio vivo, la adoramos y nos enseñó mucho, nos transmitía confianza. Que decir de la educación que dio a sus hijos. Todos maravillosos. Un beso profe, se le quiere mucho.

  3. Muchas gracias Delia por tan bella entrevista; por mostrarnos esta excelente y humilde mujer. Una heroína anónima, entre tantos maestros que han hecho grande la educación cubana, pilares imprescindibles en la exitosa trayectoria de la Revolución.
    Gracias Brito, por tan tiernas y expresivas fotos.

  4. Me ha dado mucha alegria leer este articulo dedicado a una excelente pedagoga pero ademas muy buena amiga que conozco desde los tiempos en que aun estudiaba en la Normal porque eramos vecinas por alla por la finca Marroquin donde ella ha dicho que nacio. A todo lo que ha manifestado en su entrevista hau que agregar que fue una excelente estudiante en la Licenciatura en Educacion donde tuve la oportunidad de una vez mas compartir con ella ya yo como profesora. Muchas felicidades para ella y para ustedes por esta publicacion.

  5. Maria Elena Toyos

    Muchas felicidades para Rafaela,excelente maestra la recuerdo siempre con cariño

  6. Rafael Ibargollín

    Me siento orgulloso de decir que fue mi maestra. Le dedico esta décima.

    Veo en los educadores
    siempre muy buenos ejemplos.
    Ellos que forman los templos,
    ellos que riegan las flores,
    que te inculcan los amores,
    te legan sabiduría,
    te moldean hombradía,
    a la par que la sapiencia.
    ¡Forjadores de conciencia,
    los felicito en su día!

  7. Una gran maestra una excelente persona. Dios bendiga su enseñanza

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