Agua a cuentagotas

Junto a otros municipios cubanos, Trinidad sufre los efectos de la sequía y, aunque se implementan medidas a fin de mitigar el impacto de este fenómeno natural, la situación es compleja

El suministro de agua mediante carros cisternas constituye hoy en Trinidad la opción más viable, sin ser la ideal.

Un vaso de agua no se le niega a nadie, sentencia la sabiduría popular, pero ahora mismo en varias localidades del país cualquiera pudiera pensarlo dos veces antes de ofrecer una gota del preciado líquido. Y no es que el egoísmo se haya instalado entre los cubanos, sino porque la baja disponibilidad de este recurso hídrico en los embalses y en los hogares pone al límite las reservas y afecta actividades de la vida cotidiana, además de diversos sectores de la economía.

 En presencia de un fenómeno natural agravado por el cambio climático, y cuyo comportamiento debe mantenerse hasta el mes de mayo, se han implementado en todo el país medidas en aras de minimizar el impacto de la sequía, al tiempo que se priorizan presupuestos e inversiones para recuperar o incorporar nuevas fuentes de abasto que garanticen el vital líquido a la población como principal beneficiario.

Sin embargo, por mucho que se expriman acciones y estrategias, a cuentagotas debe repartirse hoy el agua, primero al sector residencial; luego, al resto de las actividades que no pueden paralizarse y deben hacer un uso racional de ella.

En Trinidad, entre los territorios más afectados de la provincia y el país, “la situación es crítica”, según admite Michel Sorroche Ruiz, al frente de Acueducto y Alcantarillado. A la drástica disminución de los niveles de entrega desde San Juan de Letrán —apenas 5 litros por segundo de los 110 que se reciben del manantial en primavera— se suma la rotura de varios equipos de bombeo.

Aunque se reportan ocho todavía fuera de servicio, la cifra de bombas rotas en días pasados redujo significativamente el aporte de los pozos Santiago Escobar-Las Piñas, Oeste I (Valdespino) y Los Mangos, sometidos además a un monitoreo permanente para evitar procesos de salinización y afectaciones debido a una sobreexplotación de sus aguas subterráneas, un riesgo a largo plazo que no debe perderse de vista.

En este gran rompecabezas que significa el abasto en la localidad sureña, da lo mismo residir en el Centro Histórico, en La Purísima, que en los edificios del reparto Armando Mestre. Todas las zonas y sectores en que se divide la ciudad a fin de optimizar la distribución están comprometidos. Y mientras más llaves se cierran, los ciclos de entrega se estiran hasta 25 días, y dos meses también.

¿Cómo garantizar entonces un recurso imprescindible en los hogares? Ante esa encrucijada se debaten las autoridades, el Grupo Municipal de Enfrentamiento a la Sequía, presidido por el Gobierno local y, por supuesto, los trinitarios que hoy no disponen del líquido ni pueden tampoco desembolsar entre 1 500 y 2 500 pesos por el servicio de acarreo de agua, una modalidad del trabajo por cuenta propia necesaria para asegurar el abasto a hostales, paladares y otras actividades económicas, después de cumplir encargos sociales, pero impagable para la mayoría.

En tales circunstancias, la distribución debe fluir con absoluta transparencia para que llegue a más personas y no se escurra a través de redes en mal estado o como resultado del despilfarro, la indisciplina, el descontrol y la indolencia de algunos, que mucho malestar ocasionan en la ciudadanía.

El suministro de agua mediante carros cisternas constituye la opción más viable, sin ser la ideal, para que los vecinos de una misma cuadra accedan a este recurso; mas, depende de varios factores: de la disponibilidad de pipas y de combustible, de la gestión del delegado que no siempre rinde frutos, de la claridad a la hora de definir casos sociales, de la exigencia y la revisión constante para hacer que el agua “corra” a su destino… Y de tan escasa, muchas veces se pierde entre la insensibilidad y la corrupción de los manipuladores de válvulas —conocidos como llaveros— que abren para algunas zonas y condenan otras, a lo que se suma la cuestionada efectividad de las vías establecidas hoy para tramitar inquietudes e insatisfacciones de la población.

Cuando Escambray indaga sobre el estado del Proyecto de Rehabilitación, Waldo Conlledo, su representante, afirma que las labores no se han detenido y hoy se concentran en un tramo de poco más de 4 kilómetros de conductora en San Juan de Letrán, pero cuentan solo con presupuesto nacional, pues el crédito externo se mantiene congelado a pesar de la prórroga concedida hasta el año 2024.

¿Qué ha sucedido con esta gran intervención? Se cuestionan muchos. Algunas acciones han sido aplazadas debido a los montos financieros, entre ellas los pozos de Algaba, y otras no avanzan con la prontitud prevista inicialmente. Sin embargo, de acuerdo con sus responsables, no se renuncia a ninguna de ellas.

Pero lo cierto es que lo que prometió ser un ambicioso proyecto para mejorar fuentes de abasto, redes de distribución y saneamiento en un territorio incluido en los programas de desarrollo turístico a nivel de país muestra atrasos en su cronograma de ejecución y no desborda las expectativas de los trinitarios.

Entre las causas sería injusto obviar las que intentan frenar el avance de cualquier proyecto en la isla: los escasos recursos y financiamientos debido al bloqueo y la contingencia energética, pero no son las únicas. Muchas obras no han salido a flote por la poca preparación técnica, la fuerza de trabajo intermitente, la falta de control y la poca previsión para hacer sostenible algunas de las inversiones.

Identificadas muchas de las deficiencias, los programas de gobierno territorial no se desentienden de estas urgencias. Lo confirma Yulieski Cristo Débora, vicepresidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular, al admitir que constituye uno de los temas más sensibles y que inciden en la calidad de vida de los habitantes de la urbe, con sistemas de acueducto y saneamiento muy antiguos para una ciudad en continua expansión.

“Eso ha conllevado a tomar decisiones muy operativas en aras de proteger a la población, nuestra principal prioridad”, asegura la funcionaria, al tiempo que menciona la posibilidad de concretar otras fuentes de financiamiento provenientes del sector no estatal para la importación de nuevos equipos de bombeo. Soluciones a las que se les debe dar cauce.

Y es que el agua, por ahora, no caerá del cielo. Que llegue a más personas la que hoy se encuentra disponible está en las manos de quienes sí son responsables de administrarla con honestidad e inteligencia.  

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

Comentario

  1. El casco histórico de la ciudad de trinidad «Patrimonio de la Humanidad» sin agua hace más de un mes.

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